Ayer, el Gobernador del Banco de España estuvo almorzando en el Club Financiero de Vigo con un grupo de empresarios. Ser de esa “confederación de aldeas” que es como denomina a la ciudad un buen amigo que además acudió al encuentro, me permite preguntar por el tono, tratando de ir más allá de lo que puede leerse en los resúmenes de las agencias de prensa. Dicen que los grandes responsables políticos bajan un poco la guardia cuando acuden a “provincias”. Aspirar a que esto ocurriese con el Gobernador era aspirar a mucho. Pero siempre hay algo, y es que a falta de pan, buenas son tortas, dice el refrán. El discurso fue breve, y para frustración de muchos de los asistentes, evitó el localismo de las preguntas relativas a la fusión de las dos cajas gallegas, algunos de los cuales quizá esperaban que el Gobernador enmendase la plana al Presidente de la Xunta. Puede que no esté interviniendo menos que alguno de sus pares en similares procesos, pero sí es de los que lo está haciendo de modo más descarado. Al menos, a entender del Gobierno, que está estudiando llevar los cambios del gallego, al Constitucional.
Por lo demás, la sensación que en Vigo dejó el Gobernador, es que todo está por hacer. Resulta que llevamos no sé ya cuanto tiempo metidos de pies y cabeza en la crisis, hablando de brotes, salidas y medidas, y resulta que lo que se desprende del breve discurso en provincias del Gobernador, es que en la reestructuración del sector financiero solo estamos empezando, y en lo demás, ni siquiera sabemos cuando vamos a empezar.
Lo que si tiene claro el Gobernador es que en la reforma del sistema financiero, “los contribuyentes van a poner en riesgo recursos muy considerables”. También que “la reforma de las instituciones laborales es absolutamente imprescindible”, y que las empresas seguirán sin invertir, porque para ello “es esencial recuperar la confianza”. Para no dejar palos estructurales sin tocar, se refirió a la educación. Dice el Gobernador que no es económicamente sostenible que solo un 67% de estudiantes acaben la enseñanza secundaria, veinte puntos menos que nuestros vecinos avanzados. Dice que miremos alrededor, y veamos lo que otros han hecho –referencia a los países nórdicos- y apliquemos soluciones semejantes. Claro que –y esto no lo dijo el Gobernador- no es lo mismo Finlandia, cuyos habitantes caben en Madrid, que los 46 millones que habitan el Reino de España. No hay noticias de que se hubiese referido a la calidad de la educación que reciben los que la acaban. Tampoco sobre la Universidad. Cualquiera que tenga hijos a las puertas, habrá de ir acompañado de intérprete para saber si lo del suyo es grado, es master, o que diablos es y para que sirve. Parece que España ha optado por un modelo del Plan Bolonia en el que compartimos viaje con alguna antigua república soviética y con Turquía. Ni idea porqué, y queda pendiente de resolver la incógnita de lo que nos une con Repúblicas tan poco formadas en el humanismo cristiano. Habrá que recurrir a antiguos compañeros de estudios, hoy cómodamente instalados en el Presupuesto de la Universidad.
Pero volvamos al Gobernador. El mismo día en el que los periódicos recogían las declaraciones del Presidente de la Asociación Hipotecaria Española, organización que pertenece a las entidades financieras, en las que manifestaba que los promotores inmobiliarios “no pueden pagar” su deuda y que “el sistema no puede asumir la deuda inmobiliaria” llamando a la intervención del ICO, del Gobierno y del Banco de España, el Gobernador dice en Vigo que “las soluciones globales de pasarle todo al Estado y al contribuyente no son buenas”. Comprobará querido lector, que breve quizá fue breve, ahora bien, dejó poco títere con cabeza. Solo salió de rositas, mi paisano Feijóo. ¿Deferencia con el anfitrión? ¡Vaya con el Gobernador!
Por lo demás, la sensación que en Vigo dejó el Gobernador, es que todo está por hacer. Resulta que llevamos no sé ya cuanto tiempo metidos de pies y cabeza en la crisis, hablando de brotes, salidas y medidas, y resulta que lo que se desprende del breve discurso en provincias del Gobernador, es que en la reestructuración del sector financiero solo estamos empezando, y en lo demás, ni siquiera sabemos cuando vamos a empezar.
Lo que si tiene claro el Gobernador es que en la reforma del sistema financiero, “los contribuyentes van a poner en riesgo recursos muy considerables”. También que “la reforma de las instituciones laborales es absolutamente imprescindible”, y que las empresas seguirán sin invertir, porque para ello “es esencial recuperar la confianza”. Para no dejar palos estructurales sin tocar, se refirió a la educación. Dice el Gobernador que no es económicamente sostenible que solo un 67% de estudiantes acaben la enseñanza secundaria, veinte puntos menos que nuestros vecinos avanzados. Dice que miremos alrededor, y veamos lo que otros han hecho –referencia a los países nórdicos- y apliquemos soluciones semejantes. Claro que –y esto no lo dijo el Gobernador- no es lo mismo Finlandia, cuyos habitantes caben en Madrid, que los 46 millones que habitan el Reino de España. No hay noticias de que se hubiese referido a la calidad de la educación que reciben los que la acaban. Tampoco sobre la Universidad. Cualquiera que tenga hijos a las puertas, habrá de ir acompañado de intérprete para saber si lo del suyo es grado, es master, o que diablos es y para que sirve. Parece que España ha optado por un modelo del Plan Bolonia en el que compartimos viaje con alguna antigua república soviética y con Turquía. Ni idea porqué, y queda pendiente de resolver la incógnita de lo que nos une con Repúblicas tan poco formadas en el humanismo cristiano. Habrá que recurrir a antiguos compañeros de estudios, hoy cómodamente instalados en el Presupuesto de la Universidad.
Pero volvamos al Gobernador. El mismo día en el que los periódicos recogían las declaraciones del Presidente de la Asociación Hipotecaria Española, organización que pertenece a las entidades financieras, en las que manifestaba que los promotores inmobiliarios “no pueden pagar” su deuda y que “el sistema no puede asumir la deuda inmobiliaria” llamando a la intervención del ICO, del Gobierno y del Banco de España, el Gobernador dice en Vigo que “las soluciones globales de pasarle todo al Estado y al contribuyente no son buenas”. Comprobará querido lector, que breve quizá fue breve, ahora bien, dejó poco títere con cabeza. Solo salió de rositas, mi paisano Feijóo. ¿Deferencia con el anfitrión? ¡Vaya con el Gobernador!