domingo, 10 de enero de 2010

EN ESTADO DE DEBATE


“Las entidades deben de asegurarse que los escenarios -de tipos de interés que utilizan en sus análisis de estrés- son severos y creíbles teniendo en cuenta el nivel actual de tipos y la situación actual del ciclo”. La pasada semana, la Reserva Federal, la Federal Deposit Insurance Corporation y otras cuatro instituciones de regulación federales, emitían una nota conjunta en la que advertían a los bancos norteamericanos que debían de asegurarse de estar preparados para hacer frente a un “súbito y masivo” incremento en los tipos de interés. En particular y según el comunicado, los bancos deberían de proyectar su exposición a los tipos de interés al menos en un periodo de dos años, extendiendo este análisis a cinco y siete años en el caso de algunos productos que incorporen opciones. Los análisis comunes que consideran alzas de 200 puntos básicos en la curva de tipos son ahora demasiado modestos según los reguladores, y deben de considerarse análisis con movimientos de 300 y 400 puntos básicos.

Se produce la advertencia en coincidencia con la reunión este fin de semana de banqueros centrales en el Banco Internacional de Pagos (BIS) en Basilea, en la que se pretenden analizar el regreso de las entidades financieras al tipo de comportamientos de riesgo que según el BIS condujeron al sistema financiero al borde del colapso en 2007-08. Coincide que fue también la semana pasada cuando el Presidente de la FED de Kansas, miembro con voto en el FOMC, advirtió que la institución monetaria norteamericana debería más pronto que tarde recortar las medidas de emergencia de crédito y el soporte a las entidades financieras, incrementando los tipos de interés a niveles más normales “entre 3,5 y 4,5%”.

Frente a estas advertencias, ni los recientes comunicados de la FED que anuncian “niveles excepcionalmente bajos de tipos de interés por un periodo prolongado” ni los muchos pronósticos que estas semanas están emitiendo la mayoría de analistas y bancos de inversión, aventuran que estemos frente al riesgo de un alza que pudiese considerarse significativo en los tipos de interés oficiales en 2010. Pero frente al ejército de previsiones optimistas amparadas en que si las cosas van bien, entonces estupendo, y si van mal, pues ya ayudarán los Estados, aparecen de cuando en vez, advertencias pesimistas que recuerdan la falsa recuperación que siguió a la Gran Depresión, u otras de signo menos maléfico que subrayan que los precios de muchos activos (incluidos los bursátiles) se mantienen debido a insostenibles medidas de política fiscal y monetaria.

De hecho, y a pesar de la apariencia de similitud que confiere el haber adoptado un nivel de tipos de interés semejante, los grandes países desarrollados han adoptado en la práctica estrategias de estímulo distintas, que algún día tendrán consecuencias también distintas. La más marcada, valiente para unos y suicida para otros, es la adoptada por los EE.UU. que intentado evitar que se asentase la idea de que a un paquete de estímulo seguiría otro y otro al modelo japonés, se optó por un paquete de gran dimensión (más del 5% del PIB) con el que se pretendía poner en marcha de nuevo la economía de forma autosostenida. Bastante más modestos fueron los compromisos europeos, de modo que ahora estamos en el debate sobre la conveniencia de su renovación, (es el caso de Alemania) cuando a pocos cabe la duda de que la recuperación está aquí bastante lejos de poder considerarse autosostenida. En España el debate sobre la política económica es bastante más pobre, “indigente” según el editorial del suplemento de Negocios de ayer en el diario “El Pais”. Se ve que no hace falta ir a la prensa europea para preocuparse por nuestra ruta de salida.

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