Si hay un argumento esencial en la explicación del cambio de opinión que está
teniendo lugar estos días sobre la evolución del dólar es la política. La
resolución de la incógnita francesa y el poco temor que despiertan las
elecciones alemanas, se contrapone al debate cada vez más agitado, sobre todo
en la prensa norteamericana, acerca de las posibilidades de un juicio político
al actual presidente, destinado a su destitución. La balanza de la
incertidumbre política se vuelca del lado norteamericano y pocos quieren
recordar ya el sorprendente entusiasmo con el que recibieron al nuevo
presidente sin que ni siquiera estuviese claro quién conformaría su
Administración. Cuatro meses después,
responsables diplomáticos y ministeriales del resto del mundo denuncian lo que consideran el
caos de esta Administración.
No es extraño que empiece a ser frecuente escuchar a líderes económicos,
a condición de hablar off the record,
pronunciarse con convicción acerca de un final próximo del actual mandatario
norteamericano. En ámbitos políticos y
diplomáticos no se comparte con igual
entusiasmo esa opinión, pero el debate ya se ha instalado y nada apunta a que
la ola que se ha levantado vaya a dejar de crecer. Con los antecedentes del
actual presidente, va a ser muy difícil que se apague pronto el incendio iniciado
con la destitución del director del FBI.
Los medios norteamericanos dan mucha importancia al papel del recientemente
nombrado investigador especial
para analizar la interferencia rusa en las elecciones, pero sobre todo lo que
concluya sobre la posible obstrucción a la justicia del presidente.
Si
la balanza política parece claramente reasignar la incertidumbre en el lado
norteamericano, en la económica hay suficientes elementos de duda en ambos
lados como para que esta se incline dependiendo del dato que se publique o de
la opinión que expresen, sobre todo, los responsables de los bancos centrales.
A día de hoy, Europa está
sorprendiendo de forma positiva en sus indicadores, mientras que en EE.UU. ocurre lo contrario, a la par
que la Reserva Federal manifiesta
que la actividad económica se recuperará tras un primer trimestre de
crecimiento moderado, y en el BCE se
deja entrar, no sin el reparo de algunos de sus miembros -sobre todo del presidente-, la idea de que
el tiempo de la política expansiva está próximo a finalizar. Coincide todo esto en un momento donde los
analistas técnicos consideran que los valores del par euro/dólar están zona crítica,
y como consecuencia las alarmas se activan en todas las tesorerías. ¿Cómo es
posible pasar del entusiasmo despertado hace seis meses a la incertidumbre
actual? Y sobre todo ¿continuará?
La
política domina la escena y así seguirá. Lo de EE.UU. resulta más evidente,
pero no olvidemos que en Europa se está a la espera del momento de su
refundación en lo que con pocas dudas parece destinarnos a un modelo de
integración en dos velocidades, la de los que van al ritmo actual y la de
aquellos dispuestos a acelerar el paso. Antes hemos de ver cómo responde una
dividida sociedad francesa a las medidas de reforma del nuevo gobierno, hemos
de esperar por Italia donde el debate acerca del euro
sigue ocupando espacio, y ver como en España
se resuelve la crisis en el PSOE tras
el resultado de sus primarias. Si sumamos a ello que los grandes jugadores se han
ido deshaciendo a lo largo de muchas semanas de sus posiciones en dólar,
podemos concluir que estamos cerca de la capitulación de los demás jugadores,
momento a partir del cual las grandes manos que usualmente lideran las
tendencias volverán su atención a un dólar que considerarán débil, arrastrando
tras de sí a los demás. Difícil saber
dónde está ese nivel, pero se está acercando y es algo que ha de resolverse en
no demasiadas sesiones.
n La corona sueca vive su peor semana en siete meses. ¿Son los robots culpables? (requiere password)