A juzgar por
el resultado de las elecciones británicas, el apetito de los políticos por
acudir a los electores como forma de resolver crisis políticas, no va a tener
más remedio que moderarse. Previo a la crisis, tal complejidad postelectoral
podría dar lugar a descontar nuevas elecciones, pero ahora, el Reino Unido, comprometido a iniciar con
carácter inmediato las negociaciones de abandono de la UE, no va a tener más opción que ser gobernado de forma inestable,
de modo que la libra, a pesar de que ya ha sufrido un considerable correctivo
desde el Brexit, (cerca de un 20% frente al euro respecto a su media de
2015), tiene frente a sí un panorama que continuará siendo oscuro. Arrinconada la versión de un Brexit duro, cabría especular con que
una posición británica más débil, favoreciese a la libra bajo el supuesto de que se intentaría optar por una modalidad
de cooperación siguiendo el modelo de Noruega
o de Suiza. Sin embargo, el
resultado electoral británico no puede considerarse un fenómeno coyuntural sino
enmarcado en un proceso de desconexión entre políticos y ciudadanos que afecta,
en diferente grado, a todas las economías desarrolladas. Por esta razón es
difícil abonarse a la teoría de que la libra ha podido perder ya lo suficiente
como para hablar de la cercanía de un cambio en su evolución como se especulaba
en algunas de las primeras interpretaciones al resultado electoral.
Las causas de
esta desconexión, están también en la raíz del otro evento importante de los
últimos días. Se había especulado con que el BCE podría iniciar el lanzamiento de un mensaje a los mercados para
prepararlos a una progresiva retirada de los estímulos monetarios. La razón por
la que el euro no ha seguido
apreciándose frente al dólar, es
precisamente porque lo que deja el BCE tras su reunión no responde exactamente
a lo que el mercado esperaba, y por el contrario ha introducido en el debate
europeo algo que ya forma parte del norteamericano desde hace tiempo y es el
papel de los salarios como
determinante de las expectativas de inflación.
Si economías con bajos niveles de desempleo como la norteamericana, la japonesa
o la británica, mantienen un crecimiento muy moderado de los salarios, ¿cómo la
eurozona va a esperar un ritmo de
incremento que justifique la revisión al alza de las expectativas de inflación?
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