El año 2017
en la economía mundial está sorprendiendo en positivo de modo que, a pesar de
que las dudas en estos primeros seis meses han ido por barrios y los mercados
han reaccionado arrimándose ahora aquí, ahora a allí, siempre al calor del sol
que más calienta, lo esencial es que las cosas van en global mejor de lo que se
aventuraba. Para ello ha hecho falta
acostumbrarse poco a poco a la incontinencia en twitter del Presidente norteamericano, y haber superado, por ahora
con éxito, la amenaza de gobiernos populistas en Europa. Resulta que las previsiones se revisan al alza y las amenazas
o se diluyen o se quedan dónde estaban.
Uno de los
grandes desafíos de 2017 consistía en digerir las consecuencias sobre la
economía mundial de la subida de tipos de interés en EE.UU. De momento ya han subido dos veces este año (cuatro desde el
mínimo), y nos han anunciado una tercera, que irá seguida de hasta tres más en
2018. Y los mercados, sin casi inmutarse, más bien al contrario, disfrutando de
un volatilidad sin precedentes por lo baja y en algunos casos –sobre todo los
índices de bolsa norteamericanos, pero también otros como el francés y el
alemán- en máximos históricos. Bien es cierto que para no llevarse a engaño, es
preciso ver hasta qué punto los índices representan la economía de su
respectivo país, porque poniendo como ejemplo a Francia, cuyo mercado de valores fijaba un nuevo máximo histórico
en mayo, de las ventas de las compañías que componen el CAC 40, solo el 29% se realiza en el propio país, mientras que el
43% se hace fuera de la Unión Europea. Es a la luz de cifras como estas donde lo
ridículo de las políticas proteccionistas se pone de manifiesto. Las cadenas de
valor son consecuencia de circuitos de producción mundiales, -España es uno de los grandes
productores de bienes intermedios- y salvo que la inteligencia artificial, que
apenas está en su fase más inicial, frene su desarrollo, las políticas
proteccionistas tan del gusto de los demagogos del populismo, no podrán ni
siquiera llegar aplicarse.
Había un
asomo de preocupación estas últimas semanas con lo que dejarían los bancos
centrales europeo y norteamericano. Se temía un tono más duro en el primero y
más laxo en el segundo. Ni en uno ni en otro caso resultaron fundados los
temores, lo que ha servido para abortar un mayor avance del euro, en lo que se ha convertido en uno
de los grandes deslices de previsión de este año: la visita de la paridad con
el dólar, ahora abandonada en buena
parte de los pronósticos.
¿QUE DESTACAMOS?
n El Banco de España da por perdidas la casi totalidad de las ayudas públicas a la banca durante la crisis
n
Francia: Abstención record (57%), pero mayoría absoluta –aunque no tanto- del partido del Presidente
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