jueves, 24 de junio de 2010

EL ORDAGO ESPAÑOL


Publicaba el pasado fin de semana el diario El País un artículo titulado ¿Por qué Berlín ataca a España? Según se refleja en el artículo, la agencia Reuters denunciaba que el 7 de junio, dos funcionarios alemanes comunicaron a la agencia que España estaba preparando la petición de ayuda del fondo de rescate que la UE creó –sin demasiados detalles- el fin de semana del 9 de mayo. Al intentar verificar la noticia, Reuters recibió un desmentido tajante de las autoridades españolas, y decidió no publicarla. Sin embargo, si se hicieron eco en la prensa alemana. Fueron los días más difíciles de la banca española hasta la fecha. El miedo se reflejaba en los índices de renta variable, en los diferenciales de deuda, en los CDS´s, o en el euro. Todos indicaban valores extremos.

El 9 de junio, este comentario, fue una crónica. Se titulaba “Apenas 24 horas”. Ese día, llovía en Madrid. Al finalizar un almuerzo, en plena Castellana y protegidos por dos paraguas, tres muy conocidos economistas junto a quien esto escribe, discutían más acaloradamente de lo que nunca había llegado a imaginar que sería testigo. Uno de ellos es un extraordinario conocedor del día a día del sistema financiero español. La tensión alcanzada en aquella discusión eliminaba cualquier duda sobre la gravedad de las circunstancias que nos estaban tocando vivir. El argumento que desencadenó el clímax de tensión, fue la situación del sistema financiero alemán; “en quiebra desde 2001” afirmó contundente uno de ellos.

Es muy probable que coincidiese con el momento a partir del cual el Gobierno español decidió pasar a la ofensiva. Respaldado por el Banco de España, el presidente del Gobierno culminaba ayer en el Congreso lo que hasta el momento ha sido su jugada de más éxito frente a los mercados: forzar la publicación de los resultados de las pruebas de esfuerzo de la banca europea. Según anunció, van a ser publicadas en la segunda quincena de julio, algo que fue acordado, según manifiesta, en el Consejo Europeo del 17 de junio. Aunque es posible que la historia nos acabe revelando matices, el órdago español puede haber comprado tiempo para España, pero quizá a cambio de haber revelado la desnudez del emperador alemán. No me caben demasiadas dudas de la fuente de inspiración del Gobierno y del diario El País. Los argumentos que se exponen son de peso. No nos hace esto mejores, ni tampoco nos reabre las puertas que a partir de la fatídica semana del 7 de junio, se nos cerraron. La gran noticia sería que las pruebas de esfuerzo respaldasen a nuestros bancos, y que como apunta en su blog otro gran economista español, fuesen origen de buenísimas noticias, de modo que “con un poco de suerte, no sea demasiado tarde para España”

jueves, 17 de junio de 2010

SESION EN EUROPA

La escena tiene lugar en el Parlamento Europeo. Fue el pasado 5 de mayo. Justo antes del fin de semana en el que la UE hubo finalmente de aprobar el Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera. Creo que ayuda a reconciliarse con la clase politica. Basta que la demagogia ocupe poco del discurso para que agrade.

El protagonista es el europarlamentario francés Daniel Cohn-Bendit, uno de los líderes del movimiento estudiantil francés de mayo del 68, y actual copresidente del grupo parlamentario Los Verdes-Alianza Libre Europea, en la que se encuadran partidos de la izquierda, entre los que se incluyen los partidos nacionalistas de la izquierda española, (BNG, Aralar, ERC)

martes, 15 de junio de 2010

¡PUES QUE VIVA ROGERS!


Mañana miércoles está Jim Rogers en Madrid. Pero eso usted ya lo sabe, porque habrá recibido la invitación para acudir a su encuentro a las 19:00 horas en la Fundación Rafael del Pino. Después del partido. Si puede, intente no perderse esta oportunidad.

Decía el famoso inversor en una entrevista el jueves pasado en la CNBC que “ahora está todo el mundo tan bajista en el euro, que parece el mejor momento para comprarlo”. Reconocía, sin embargo, sentirse tan confuso como cualquiera, y señalaba que estaba bajista en renta variable y alcista en materias primas, pero tratando de hacerse una idea definitiva sobre si ponerse alcista en el euro. Rogers que lleva largo tiempo apostando por las materias primas, es de la opinión que los gobiernos no tendrán más remedio que imprimir dinero como única salida a los problemas de la deuda, lo que revivirá la inflación.

Viene ahora a cuento lo que me decía ayer por la tarde un buen y preocupado amigo, gestor de patrimonios que sin duda no se perderá la conferencia del norteamericano: “si se te ocurre algún activo refugio coméntamelo,…por cierto los lingotes de oro a partir de 250 gr están agotados en toda España, sólo quedan de 100 gr, esta mañana he comprado para mi,...”.

Así las cosas, no sorprende que Martin Wolf, señale en su columna de FT que es fácil para Japón hacer desaparecer su deuda. Señala el británico que justo ahora que el temor es la deflación, bastaría con alargar el vencimiento medio de la deuda hasta 15 años, y poner a un experto en generar inflación al mando del banco central, para que comprando activos públicos y privados y marcando un objetivo de inflación del 3%, lleve el tipo de interés del bono a largo plazo al 5% y si todas las demás variables se mantienen sin cambios, inducir una depreciación de la deuda del 40%. De un plumazo. Es decir, que casi la mitad de la deuda amortizada por inflación.

No es extraño que mi amigo, el del oro, haya decidido colocar sus recursos en letras alemanas a 3 meses. En nuestra conversación de la semana pasada, traté de convencerle sin mucha fuerza ni éxito de que no era inevitable el que España acudiese al mecanismo de asistencia creado el 9 de mayo. Claro que para reforzase en su temor, solo faltó lo publicado dos días después por la versión alemana de FT, en la que insistía ayer Frankfurter Allgemeine. No le pregunté, pero por su bien, espero que no haya leído la crónica de Phill Bennet, exdirector adjunto del Washington Post, que sobre España publicaba el domingo El País, tomando como base el toledano caso de Villacañas. Dice en su último post un amigo economista, que bien podía haber elegido el coruñés caso de Arteixo, -allí está la base de Zara-.

Tendrá o no razón Rogers para preguntarse sobre el euro, pero el caso es que la moneda única ha salvado sin demasiados aspavientos la rebaja en cuatro escalones de la deuda pública griega anunciado ayer por Moody´s. De A3 a Ba1, es decir a bono basura. ¡Pues que viva Rogers!


Y ahora un poco de humor. Deferencia de mis amigos de Diario Crítico. La protagonista opina sobre la actualidad económica y politica del momento. Tanto local como nacional.

miércoles, 9 de junio de 2010

APENAS 24 HORAS


Día 7: 12:30 horas. Entrevista. Premiada periodista económica. Ideología del medio: Progresista. Su pregunta: ¿Cómo crees que se resolverá este problema de deuda? Nadie tiene ni idea”. Mi respuesta: “Almuerzo con alguien del BCE. Si me dice algo, te llamo”.

Día 7: 14:00 horas. Almuerzo. Gran Via 13. Madrid. Invitado: Consejero del BCE recién aterrizado de Frankfurt. Ideología: Técnico. Descripción del ánimo en el almuerzo: Abatimiento.

Día 7: 16:30 horas. Encuentro en el Metro de Madrid. Ex Ministro de Sanidad. Ideología: Derecha. Epílogo de la corta conversación: “Un desastre”.

Día 8: 8:30 horas. Tertulia. Conocido escritor de ensayo político. Ideología: Izquierda. Opinión sobre el Presidente: “Habla sin pensar lo que dice”.

Día 8: 9:30 horas. Visita de paso a su despacho. Director General. Ideología: Técnico. Pregunto: ¿Cómo estás? Responde: “Muy preocupado”.

Día 8: 11:30 horas. Conversación. Responsable colocaciones internacionales de gran Caja de Ahorros. Ideología: Sueco. Pregunto: ¿Colocas algo fuera? Responde: “Viernes pasado estuve en París. Mercado cerrado a España”.

Día 8: 13:30 horas. Conversación. Empresario. Ideología: nacionalista. Descripción de ánimo: “Yo no invierto en nada”.

Día 8: 16:30 horas. Voces de pasillo. Becaria irlandesa. Ideología: ¿un becario? Anuncia: “Se dice que Irlanda se sale del euro”. Respuesta: Silencio en la sala.


Día 8: 18:30 horas
. Conversación. Abogado especialista en financiación internacional. Ideología: Sus negocios. Pregunta: “¿Cambio todos mis ahorros a dólares?” Respondo: “Puff”.

Día 8: 19:30 horas. Conversación. CFO. Sin adscripción ideológica. Arranque de conversación: “Te llamo para llorar”.

Día 8: 20:15 horas. Lectura. Terminal de Bloomberg. Ideología: “un dólar es un dólar”. Titular: “Vuelven de nuevo los rumores de un banco europeo en problemas”.

Día 8: 20:35 horas. Email. Ingeniero y consultor. Ideología: Izquierda, pero gallego. Escribe: “sobrevivirán no los que venzan a la economía, sino a la tristeza…”

Día 8: 21:15 horas. Email. Ex Director de Tesorería. Recién ¿jubilado? Ideología: La de un gran tipo. Escribe: “Desde el punto de vista de un desocupado, el panorama es desolador…”
Faltan, pero no hay espacio para más. Todo es real. Lo juro. El 85% leen esto. Pluralidad ideológica. Pluralidad ocupacional. Pluralidad de edad, de sexo, de formación académica. En poco más de 24 horas. ¿Queda claro que estamos tocando fondo? Y si resulta que no es así, habrá que declarar derogada la ley de la opinión contraria. Claro que después de esto, ni idea que poner en la foto. ¡YA SE! Voy a poner una foto de aquellos de fuera a los que debemos dinero. Para negociar, o francés, o chino.

martes, 8 de junio de 2010

¡¡¡SORPRENDENOS!!!


Gustaba repetir el presidente del Gobierno, que lo peor de la crisis estaba detrás. Los que nunca compartimos el espejismo, asistíamos atónitos a semejante interpretación, y nos preguntábamos donde veía el presidente esa mejora. Nos poníamos a buscar y eran muy escasos los resultados de la búsqueda. Había que conformarse con algo tan difícil de percibir y sujeto a discusión como la mejora de la productividad. En otros casos, podía encontrarse algo un poco más aparente como la mejora de nuestras exportaciones. Lo primero era consecuencia de una fuerte destrucción de puestos de trabajo que afectaba sobre todo a los más débiles, justo a aquellos en nombre de los cuales el gobierno se negaba a alterar un ápice su política económica. Lo segundo, porque en un esfuerzo titánico, la parte más dinámica de la sociedad española, consciente del oscuro horizonte interior, se volcó con todas sus fuerza en encontrar más allá de nuestras fronteras el mercado que se le cerraba en España. En todo lo demás, nada permitía concebir que algo sólido se estuviera poniendo en marcha. Era el tiempo de las palabras vacías de contenido. Era el tiempo de la economía sostenible, de la reforma fallida de las pensiones, del mejor sistema financiero del mundo, de superar en renta a nuestros vecinos franceses o italianos, o de una reforma laboral que solo se aprobaría por consenso.

Pero el tiempo de las palabras huecas finalizó de modo abrupto. Fue a partir del viernes 7 de mayo. Para el gobierno, fue un terrible despertar. España, percibida muy poco tiempo atrás como el primero de la clase, pasa a ser un país sobre el que se ciernen toda clase de dudas. El gobierno, hasta entonces instalado en un discurso demagógico, se ve obligado a reaccionar. Tan carente de planes estaba, que no encontró otro modo mejor de demostrar su rápida conversión que improvisando un recorte en el sueldo a los funcionarios, y congelando las pensiones. No cabe reprochar a los servidores públicos que acusen al gobierno de utilizarlos como moneda de cambio una vez que toda la estrategia de autoengaño se viene abajo como un castillo de naipes. Menos aún cuando es esta la única pedagogía que se ha hecho con los ciudadanos. Pero una política económica no se improvisa y menos cuando estamos ante una situación de emergencia. Para acceder en caso necesario al mecanismo de estabilización financiera que la Comisión Europea aprobó el 9 de mayo, el gobierno ha de convencer a nuestros socios europeos de que se han adoptado medidas de ajuste fiscal creíbles y precisas. Sobre esto se examina estos días el gobierno español.

Disponer de tal ayuda se ha convertido para el gobierno en la aspiración máxima. Es un grave error. La sociedad española debe exigir a quien gobierna que aspire a sacar a nuestro país de la situación de desconfianza que a corto plazo cierra el acceso a los mercados de financiación para nuestra deuda, poniendo en peligro a nuestro sistema financiero, pero que a largo plazo compromete nuestro futuro. Estamos ante una de las coyunturas más serias a las que se han enfrentado varias generaciones de españoles, que tienen derecho a exigir que no sea el mediocre objetivo de quien gobierna aprobar el examen requerido para ser rescatados. Necesitamos tiempo, que solo se adquiere con medidas valientes de reforma fiscal, laboral y del sistema financiero. No vale lamentarse de los efectos de males ajenos como Hungría, o de otros más serios como la acusación del Primer Ministro británico a su predecesor de deslealtad. El gobierno está en la obligación inmediata de actuar sobrepasando las expectativas de los mercados. Tiene que ser capaz de sorprender. Es ya la única fórmula que nos resta para comprar el tiempo que España necesita si queremos evitar precipitarnos en el agujero de la asistencia internacional.

domingo, 6 de junio de 2010

ESTO VA EN SERIO


Cabe que nos encontremos al borde de algo realmente serio. Allí donde centremos nuestra atención, los síntomas que se aprecian son de fuerte deterioro de confianza. En términos financieros, se mide en tecnicismos propios de la jerga económica, como diferenciales del coste de la deuda frente a Alemania, o de los costes de asegurar nuestras emisiones contra el riesgo de impago. Son solo formas en las que se manifiesta en tiempo real el deterioro de las constantes vitales de una economía. De nuestra economía. Y la economía es hoy la preocupación fundamental de los ciudadanos españoles. De todos los ciudadanos. Lo grave, es que tienen razón nuestros compatriotas para estar preocupados. Ya no se puede ocultar a nadie que España se enfrenta a un escenario de enorme complejidad.

Prácticamente agotado según unos, o dilapidado según los más críticos, el margen de maniobra de la política económica, nos quedan cada vez menos recursos para evitar convertir a España en una economía subsidiada y tutelada por nuestros socios europeos. A la luz de los riesgos que los indicadores financieros advierten esta semana, ya no hay margen para el error, y por supuesto menos aún para la demagogia. Puede que la política sea el arte de lo posible, pero estamos cerca de necesitar de la política lo que hace apenas semanas parecía imposible. Si el gobierno, que es a quien corresponde tomar decisiones en un entorno de fuerte desconfianza, no gestiona eficazmente el escaso capital de credibilidad que le resta, de poco servirá que acuse a supuestos especuladores, porque habrá perdido definitivamente el control de nuestro inmediato futuro económico. Si tal circunstancia ocurre, el panorama que nos espera es cuando menos sombrío.

No conviene engañarse en esto. Pero incluso tampoco conviene engañarse respecto a la posibilidad de que estemos a tiempo de un gran acuerdo nacional entre los dos grandes partidos. Es momento de acelerar las reformas comprometidas, de cumplir los compromisos alcanzados, y demostrar a los acreedores que pueden seguir prestándonos su dinero. Hemos llegado tarde, y ahora tenemos que darnos prisa. La debilidad del euro, la reacción de los mercados al nuevo episodio de incertidumbre desatado por Hungría, cuyo recién estrenado gobierno acusa de manipulación de las cuentas públicas al anterior, se suma a la sequía que de nuevo se adueña del mercado interbancario. Volvemos a una situación similar a los peores momentos del estallido de la crisis tras la quiebra de Lehman Brothers, pero en este caso en su versión más española. Esto nos da una idea de las consecuencias del precioso tiempo perdido.

Pueden no haberse cerrado aun todas las puertas, pero si las circunstancias finalmente nos sobrepasan, estaremos ante un nuevo fuerte ajuste económico y social, que será el precio a pagar por la ausencia de rigor en política económica del gobierno.

jueves, 3 de junio de 2010

¡DIOS…QUE PRIMOS!



Cada mañana, el Comité de Operaciones de Mercado, conocido por su acrónimo MOC, se reúne para analizar la situación. El MOC, cuyos miembros no tienen identidad conocida, es el puente de mando desde donde el BCE se maneja en la tempestad de los mercados. Da apoyo al banco central en la ejecución de la política monetaria, en el control y ejecución de las transacciones del mercado de divisas, y en la gestión de las reservas. Desde el fin de semana del 7 y 8 de mayo, donde según José Viñals, ex subgobernador del Banco de España con Fernandez Ordóñez, y ahora alto cargo del FMI, el mundo estuvo de nuevo al borde del colapso, el MOC tiene un trabajo extra. Reunido a puerta cerrada, cada mañana ha de decidir cuando, a quien, de quien y por que importe compra los llamados bonos soberanos, es decir, deuda pública emitida por los Gobiernos de la eurozona. Dicho de otro modo, el MOC interviene entregando dinero bueno a chicos malos, que su vez lo compraron a chicos torpes, que previamente habían ayudado a los chicos malos. Más claro aún, el MOC manipula los mercados, y los de siempre aprovechan para ponerse las botas. “Son el único comprador”, ridiculiza un trader.

Las estimaciones más fiables, basadas en la información del propio BCE y en las ofrecidas por los operadores de los mercados de bonos soberanos, apuntan a un promedio de compras diarias de 3.000 millones de euros. Imagino la felicidad exultante de los vendedores. Dos de cada tres euros buenos son ¿invertidos? por el MOC en bonos griegos. El otro en España, Irlanda y Portugal. Así cada día.

¿Cuánto tiempo va a durar esto? Si le hacemos la pregunta a un banquero alemán, después de lanzarnos una mirada cargada de ira, nos dirá que aquello durará lo suficiente como para que los bancos franceses adelanten su agosto colocando su cartera de deuda griega a todos nosotros. Si nos queda arrojo, volveremos a preguntar, ¿entonces…, ustedes…, también…? Si el alemán logra mantener la calma, nos dirá, apretando los dientes, que ellos tienen un acuerdo con el gobierno para mantener su cartera de bonos griegos hasta mayo de 2013. ¡Dios, que primos! Es lo más suave que se me ocurre.

El curso que seguimos es de nuevo el de acercarnos al ojo de la tormenta. No hay mercado de emisiones de deuda corporativa; seco como bacalao el interbancario; cada vez más caro el repo; los bancos colocando el sobrante en el BCE, etc, etc. ¡Como para cargar con el mochuelo! Buena o mala, con o sin acuerdo, reforma laboral, y detrás, más. Reforma de pensiones, más y nuevos impuestos, recortes de gastos. En fin, un sinvivir. Y algunos de los más veteranos colegas bancarios, se disponen a la jubilación, con 59 años y el 95% de su sueldo neto. Eso, si no ocurre algo antes. En serio. Alguien va a tener que salir del euro. Tarde o temprano. Y la quita, como todo lo demás, será a escote. Lo siento, pero así están las cosas. O al menos a mi, me lo parece.