lunes, 23 de octubre de 2017

CATALUÑA Y EL BCE. POR ESTE ORDEN

Sin duda para nuestro futuro es mucho más importante que cualquier otra cosa lo que se está gestando en Cataluña, donde necesariamente los titulares políticos irán teniendo que compartir cada vez más espacio con los relativos a las implicaciones económicas. Tan sencillo como recuperar la fórmula del PIB en su versión de demanda agregada y, recordando el peso en una economía desarrollada de cada uno de los factores, realizar la propia estimación. Con las dos grandes partidas, Consumo (C) e Inversión (I), es suficiente, pues explican el 80/85% del PIB total, de modo que si (I) se congela y (C) decrece, es fácil deducir que ocurre con el PIB.  Lo padece Cataluña en primera oleada, pero inevitablemente llegará al resto después. No necesita mucha explicación lo que ocurre en una economía moderna integrada que se especializa por ramas de actividad y categorías de productos, y si en su día hubimos de referirnos a lo absolutamente estúpido del planteamiento del actual presidente de EE.UU. de levantar un muro económico sobre México, principal proveedor de bienes intermedios de la economía norteamericana, suena aún más estúpido escuchar llamados al levantamiento de un muro económico sobre Cataluña, cuando resulta que España en su conjunto es uno de los grandes suministradores mundiales de bienes intermedios, muchos de los cuales se ensamblan en las áreas de mayor desarrollo industrial para destinarse tanto al consumo interno como a la exportación. 

Como las emociones contaminan tanto, mejor recordar lo que solo necesita sentido común, que no debe de ser abundante, visto lo que está ocurriendo. Sin embargo miremos el problema de frente y difícilmente concluiremos que esto pueda ir pronto a mejor, de modo que preparémonos para un largo invierno capaz de emborronar hasta dejar irreconocibles las previsiones de “moderado efecto económico” que hasta ahora tanto abundan. Qué horror no vivirá quien reside en Cataluña cuando lo ve peligrar todo, pero es cuestión de muy poco tiempo que alcance a todos. 


Mucho menos importante es lo que el jueves va a decidir el BCE, -¡qué tiempos felices aquellos en los que el BCE era lo más importante!, pero hay que ocuparse de eso. Brevemente, el mercado ha tenido que ir corrigiéndose a sí mismo para adaptarse a la creciente y sensata sospecha de que el BCE reducirá muy pronto las compras mensuales a cambio de efectuarlas durante más tiempo, algo que augura que los tipos de interés pueden tardar más de lo inicialmente previsto en subir.  Hacerlo de este modo es más una cuestión de falta de títulos que comprar que de voluntad de no hacerlo, porque apenas queda ya stock de títulos alemanes y hay que recordar que las compras han de estar en proporción al peso de cada país en el BCE. Difícilmente no responderá el BCE a estas expectativas porque lo de Cataluña aún no ha alcanzado el grado de generación de incertidumbre suficiente como para que el BCE lo incorpore abiertamente es sus decisiones de política monetaria. El efecto sobre el euro seguirá siendo el de moderar el entusiasmo del que ha gozado desde mayo, pero para revertirlo, va a hacer falta algo más. Al final de la semana las noticias que venían del Senado norteamericano hacían soñar con que esta vez sería posible activar el Plan de estímulo fiscal que tanto juego dio en los mercados en la época del reflation trade.  Además, es posible que en apenas 15 días se despeje la duda de quién va a Presidir la Reserva Federal. Por este orden de probabilidad recuerde estos nombres: Powell, Yellen y Taylor.  Los dos primeros muy parecidos y este último, autor de la famosa Regla de Taylor, mucho más proclive a subir los tipos, si hace honor a tal Regla. No obstante, de Trump, esperamos cualquier cosa.  

n  El 55% de los inversores internacionales dejará a Cataluña al margen. Un 10% a España
n  Según El País, el Gobierno prevé aprobar los Presupuestos de 2018 a principios del mes de febrero
n  La Autoridad Fiscal Independiente cree que la crisis catalana puede restar 1,2 puntos al PIB en 2018 

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