lunes, 2 de octubre de 2017

¿CAMBIO DE CICLO O ENGORDAR PARA MORIR?


Septiembre se cierra como el primer mes desde el ya lejano febrero en el que el euro pierde con el dólar. No llega a un 1% pero ya permite que las crónicas reflejen el cambio tras seis meses consecutivos de avance. En el mundo de los que utilizan como argumento principal para sus decisiones el análisis técnico, el que el índice que representa la cotización del dólar frente al resto de divisas (Dollar Index) supere su media móvil de 50 sesiones por primera vez en seis meses les obliga a valorar que cuando menos en el corto plazo pueden estar ante un posible cambio de tendencia. Los que estudian los gráficos con pretensión de ir un poco más allá, llevan un tiempo instalados en lo que consideran un cambio de tendencia desde los mínimos del mes de enero (1.0341), y se fijan más en la todavía lejana referencia de la media móvil de 200 sesiones (1.1076). ¿Qué ven? Lo más importante es que mientras que el par se mantenga por encima de la zona 1.1075-1.1110 su estatus no peligra. Podría bajar hasta ahí, que aunque eso provocase serias dudas en las convicciones de recién conversos al euro, ellos mantendrían la zona de 1.26 como principal objetivo. Quizá no valga para mucho, pensará un escéptico del análisis técnico, pero los que vivimos en el mundo de la gestión de riesgos, sabemos que en la psicología del mercado son referencias que pesan. Para los más preocupados por una posible apreciación del dólar, ahora que algunas cosas parecen empezar a moverse en Washington, el análisis técnico ofrece en su interpretación una zona de confort entre 1.1510 y 1.1660 considerada como de fuerte soporte para el euro. Los más introducidos en este tipo de análisis saben que en Teoría de las Ondas de Elliot se interpreta el movimiento desde el 22 de febrero (1.0512) hasta el 9 de agosto (1.2092) como un típico movimiento expansivo en 5 ondas, que va seguido de una corrección en una secuencia de otras tres ondas denominadas (A) bajista, (B) alcista y (C) nuevamente bajista.


Este tipo de análisis, -alquimia para los menos partidarios-, trufa en mucho el supuestamente más riguroso análisis fundamental, que estos días está recibiendo nuevo alimento en el aparente despertar de la Administración norteamericana para bajar a los hechos las promesas que en su día entusiasmaron a los mercados, y que se fueron diluyendo con el paso de los meses, para dar lugar a un escepticismo que amenazaba en convertirse en crónico a la vista del caos que según todas las evidencias reina en la Casa Blanca. Será que en 2018 hay elecciones legislativas, será que se inicia un nuevo periodo presupuestario, o vaya usted a saber qué, pero lo cierto es que algo ha empezado a removerse en cuanto el presidente de los EE.UU. anunció la semana pasada su intención de recortar los impuestos.  Hasta hace apenas unos días, los mercados asignaban una probabilidad cero a algo como lo que ahora se anuncia. Cabe la pregunta: ¿puede ser este un punto de giro, o por el contrario estamos ante un “engordar para morir”?  Ante esto, el análisis técnico no pretende respuestas, de modo que hay que tener un juicio político y económico sobre lo que puede significar.  Los inversores aman las buenas noticias, más cuando otros argumentos están muy agotados. Rápidamente ajustan sus tasas de descuento y se movilizan para anticipar más valor. Claro que para eso hay que generar confianza y si tomamos como referencia la que genera el Congreso entre los norteamericanos, resulta que apenas un 12% decía en junio confiar en la institución. Por no hablar de la que el mercado tiene en el presidente. ¿Una primera conclusión? Esto va para rato: luchas de poder entre facciones, caos en la Casa Blanca, complejidad del sistema fiscal…, pero es algo más de lo que teníamos hace apenas unas semanas y eso es alimento para los mercados.  

De Cataluña, el gráfico y algún titular:  



DESTACADOS
n  Kevin Warsh, candidato a presidir la Fed.


n  La interpretación del referéndum en Cataluña para la agencia Bloomberg
n  NYT: Las separaciones pacíficas de países son cada vez más excepcionales. Más comúnmente son catastróficas


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