Es raro
que los mercados lleguen a cotizaciones o valoraciones tales que las
expectativas sean tan ampliamente compartidas como para considerar que la
tendencia es alcista o bajista sin discusión. Unos y otros se reparten en base
a la función de distribución normal
(50/50) y solo en ocasiones muy concretas, aquellos que no han
participado de las ganancias, pierden la voluntad de seguir apostando contra la
tendencia y se suman a la visión contraria a la que hasta ese instante
defendían, en un fenómeno que se conoce
con el nombre de capitulación.
Para ello, han de darse unos fundamentales a los que poder entregarse, y un
movimiento del mercado lo suficientemente intenso como para que la resistencia
a admitir el cambio pronóstico sea finalmente vencida.
Lo
ocurrido con el dólar en las últimas sesiones podría revestir características
suficientes como para poder considerar que estamos ante un fenómeno de este
tipo. Semejantes situaciones preludian la fase final de una tendencia, que los
seguidores de la teoría de las Ondas de
Elliot relacionan con la tercera y final onda expansiva de un ciclo total
de cinco, tres expansivas en medio de las cuales se producen dos correctivas.
Para los
más reticentes a aceptar su debilidad, la afirmación del Secretario
del Tesoro norteamericano de
las bondades de esta debilidad del dólar encendió todas las
alarmas, y ni siquiera el intento de reparación del presidente de los EE.UU.
poco después, pudo servir para algo más que frenar el entusiasmo con el que
estos días se ha estado vendiendo el dólar, algo que según los datos de los que
se pueden disponer en un mercado que es fundamentalmente telefónico, está
atrayendo en enero un volumen de actividad inusitadamente alto, probablemente
porque lo que ocurre al dólar es de las pocas tendencias que se muestran
evidentes en un tiempo en el que para obtener buenos rendimientos de las inversiones
se aceptan comportamientos más arriesgados y menos estructurados de los que se
exigirían en un proceso de capitulación que se registrase en entornos donde el
abanico de las alternativas fuese más amplio. Si esta fuese la interpretación
correcta, el dólar estaría pronto a encontrar su suelo y su tendencia de
debilidad habría de comenzar pronto a revertirse.