lunes, 25 de septiembre de 2017

AHORA LOS HECHOS

Ahora que las elecciones alemanas abandonan la escena, y al margen de la “crisis constitucional en España como la denomina The Economist, parecería casi despejado el camino -con el permiso de Italia- que tanto espacio ocupó este año, cuando los procesos electorales en buen número de países amenazaban con cuestionar la propia existencia de la UE.  Desde entonces, y a pesar de la amputación de Reino Unido, Europa ha pasado a ser la campeona en la preferencia de los inversores y más allá de lo evidente que viene de mano de la apreciación del euro desde la derrota de la extrema derecha en las elecciones francesas, hoy sigue siendo común que los analistas defiendan que son los mercados y activos europeos los preferidos en sus carteras,  en un momento donde la eurozona registra su mayor tasa de crecimiento en seis años, -2,3% en el segundo trimestre-, donde los indicadores adelantados alumbran que esto seguirá en ascenso, y hasta donde Italia, reducto final de las incógnitas europeas, puede presumir de mostrar en su índice bursátil, un avance del ¡42%! en los últimos 12 meses. Imagine si además el inversor lo hizo desde el dólar.

Hasta aquí lo ya recorrido, con un recién elegido presidente en Francia, y a punto de iniciarse el cuarto mandato de la Canciller alemana, todo parece a favor del proyecto europeo, que como señalaba satisfecho un analista, afronta por primera vez en su historia la posibilidad de un salto adelante en un entorno que no es de crisis sino lo contrario. Tan pronto como el martes, el Presidente francés pronunciará lo que se espera un importante discurso en el que supuestamente detallará un conjunto de reformas que a su criterio ha de efectuar Europa, posiblemente tratando de adelantarse a una recién reelegida Canciller a la hora de mostrar su voluntad de liderazgo.  No hay duda que estamos en tiempos dulces para la eurozona y que como consecuencia no será mucho lo que, a pesar del malestar del BCE y de las quejas de líderes empresariales europeos por su recién ganada fortaleza, el euro pueda sufrir a consecuencia propia.



Si algo ha de cambiar seriamente en la relación entre las dos grandes divisas de aquí a final de año, tendrá que venir de la mano de un sustancial cambio de expectativas sobre EE.UU. que habrían de surgir desde la Casa Blanca en forma de recuperar, siquiera parte, de lo que recién elegido su actual inquilino, se conoció como el “reflation trade, suma de expectativas de crecimiento e inflación, un par empujado por las consecuencias de una política fiscal expansiva, -que continua sin aparecer- y por el pleno empleo que se supone -si la Curva de Phillips continua siendo de aplicación- asociado a procesos inflacionistas.  Hace bien la Presidenta de la FED en reconocer que desconocen los motivos por los que la inflación no da síntomas de aparecer, y aunque ello no ha sido óbice para que reiterase la intención de seguir elevando los tipos de interés, los inversores, aun aceptando que en diciembre los tipos serán elevados de nuevo –un 69% es la probabilidad que asignaban los mercados de futuros al final de la semana- siguen, erre que erre, sin creer que 2018 verá tres nuevas alzas. Como demostró el comportamiento del mercado tras la reunión de esta semana de la FED, la apreciación del dólar precisa para su consolidación ofrecer algo más que promesas de elevación de tipos, y aquellos que, a pesar de nuestras serias dudas sobre el inquilino de la Casa Blanca, nos resistimos a sumarnos a la corriente euro alcista, vamos a tener que seguir armados de paciencia para defender la convicción de que la fuerte apreciación del euro exigirá para mantenerse algo más que discursos. La hora de los hechos llega a Europa tras las elecciones alemanas. Veamos hasta qué punto las expectativas se ven cumplidas.


n  Natixis: “Si la situación se tensa más en Cataluña, la inversión extranjera se cerrará
n  Elecciones alemanas: Los socialdemócratas del SPD descartan reeditar la gran coalición


lunes, 18 de septiembre de 2017

DE CARTÓN PIEDRA

Adentrándonos cada día un poco más en el ojo del huracán que amenaza casi todo lo que hemos conocido en España en los últimos 40 años, sorprende que en los mercados financieros el asunto esté tan atrás en repercusión. Para cualquiera que se salte la sección de política de los diarios, diríase que no existe. Y sin embargo, es un territorio absolutamente inexplorado para la sociedad española, y que a diferencia de otros hechos que afectan a unos grupos más que a otros, el conflicto que protagonizan el gobierno autonómico de Cataluña y el gobierno central es visto con perplejidad, incredulidad y con preocupación por todos los ciudadanos. Parece cosa que han de resolver políticos, y sin embargo, todos los indicios apuntan a que en España se ha abierto una brecha que veremos si se puede volver cerrar.


Siempre es igual, todo parece imposible hasta que sucede. De eso ya hemos visto bastante en la última década en lo económico, pero  mucho más en lo político desde el final de la Guerra Fría, de modo que cuando por principal argumento se dice que Europa no reconocerá una república catalana, o se pretende que interviniendo las cuentas autonómicas con la excusa de que no hay que gastar dinero en un acto ilegal, se reconducirán las diferencias, uno siente vergüenza de su propio país y de la incapacidad de encontrar un modo más inteligente de resolver lo que algunos percibimos como la mayor amenaza que la sociedad española ha tenido que afrontar en décadas.  Sin embargo, véase la prima de riesgo o la renta variable, tan sensibles en su momento a los avatares de la política griega, pero tan inmutables ante una fractura política que ya es social. Ojalá nos equivoquemos, pero la factura que se nos extienda por esto será cara, porque aun saliendo bien, nadie puede salir con bien.  Si a estas alturas, todo lo que tenemos es la declaración institucional del Círculo de Empresarios, que habla de conducir a la sociedad catalana -¿y al resto?- a un auténtico precipicio, no hace falta ser ningún alarmado pesimista para pronosticar que estamos muy lejos de estar preparados para las consecuencias de un huracán como el que se ha desatado. Aún cómo mal menor ¿qué puede esperarse de unas elecciones autonómicas? ¿un gobierno burgués? Asumiendo que no hay un proceso de independencia inmediato, en Cataluña se instalará un gobierno de extrema izquierda e independentista, que tendrá enfrente a los mismos que son considerados por muchos culpables de la tensión. ¿No va eso a alterar un músculo de la cara del euro? ¿no va a espantar al capital exterior? ¿no va a encarecer la factura por intereses? ¿no va a dificultar todavía más la convivencia y la seguridad jurídica para hacer negocios? ¿no va alentar más independentismo? El euro no habría de ser ajeno a una crisis de soberanía tan importante en su seno, porque el euro es fundamentalmente la representación de la mayor cesión de soberanía de la historia europea, y si se ha visto amenazado es precisamente por el interés de los Estados en retener soberanía. Pero doctores tiene la Iglesia y también los mercados son soberanos, de modo que no somos los que vayamos a quejarnos de su cara de cartón piedra, porque ya tendremos tiempo de lamentarlo.


Mientras, esta semana, nos entretendremos con la FED, y el más que probable inicio de la retirada de liquidez, que comenzará con la no renovación de las compras de títulos a su vencimiento. No crea que está muy claro el tiempo que llevará el proceso, porque es algo que depende también de cómo se comporte el mercado, porque cuando tienes el equivalente al 30% del PIB en papel en el balance más vale que te muevas con cuidado. No le cuento si además no se sabe quién estará al mando.  Razón de más para que la suerte nos bendiga con un segundo mandato de la actual presidenta.   


n  Primera encuesta sobre el referéndum catalán: Participación del 64% con un 42% a favor y un 38% en contra
n  Cataluña: Cuatro años seguidos de inversión extranjera al alza  y dos tercios de su deuda, con el Estado

lunes, 11 de septiembre de 2017

TRAGANDO UN SAPO


¡Nada! Esperando que el Presidente del BCE fuese el bálsamo para los exportadores europeos que padecen la fortaleza del euro, la cosa se quedó en nada. ¿Consuelo? Eso de que siempre puede ser peor. Ahora bien, ¿realmente el discurso del italiano dejó las cosas como estaban? Hombre, eso no. Dijo que el comportamiento del euro representa una fuente de incertidumbre que precisa ser vigilada, que su apreciación estaba pesando en las consideraciones para retirar la política de estímulos, que la reducción de las previsiones de inflación está relacionada con el tipo de cambio, que las condiciones financieras de la eurozona se habían hecho más restrictivas a consecuencia de la apreciación del euro y que como consecuencia mantendrá la QE en volumen y hasta diciembre al menos,  y que habrá más de ambas cosas si hace falta. Nada de subir tipos porque antes hay que garantizar que la inflación se sostiene por si sola cerca del objetivo, y preguntado sobre los niveles con los que se habían hecho las revisiones de inflación y crecimiento, refirió 1,18 y eso que nadie le había preguntado por el nivel frente al dólar. ¡Ah! Y recordó que a la compra de los 60.000 millones mensuales hay que sumar la reinversión de lo que vence. Poca cosa, parece interpretar el mercado.  Es verdad que no amenazó con fusilar a nadie, pero comparado con la respuesta del gallego a la insurrección del parlamento catalán, el italiano estuvo valiente. Por cierto, que sobre la amenaza de desmembramiento de una de las cuatro potencias del euro, no hubo preguntas. ¿Será que nadie por ahí fuera se lo toma en serio? 

Pero volviendo al italiano, podemos discutir acerca de su grado de entusiasmo, de donde puso más el énfasis, de su nivel de preocupación real,… pero hay que tener una garganta ancha para tragar el sapo de que el BCE está por favorecer condiciones monetarias más rígidas.  En el mes de julio, -véase el gráfico-  los mercados de futuros descontaban con un 90% de probabilidad que los tipos de interés subirían en diciembre de 2018 en Europa.  Hoy la probabilidad que asignan es de un 42%. Respecto a un alza a un año vista, de más de un 60% que lo esperaban en julio a cerca del 0%. A pesar de ello, las crónicas, erre que erre, con el euro,  utilizando sin pudor el argumento de que la ventaja del euro radica en las expectativas de endurecimiento de las condiciones monetarias en Europa. La FED dice que elevará los tipos cuatro veces en los próximos doce meses y el BCE dice que no los elevará, pero según puede leerse en muchas crónicas de los conversos a la fortaleza del euro, este se aprecia a consecuencia de las expectativas de reducción del diferencial de tipos de interés a favor del euro. Se ven cosas peores, -véase Cataluña-, pero no tantas. 

Aun así los conversos no deben de ser tan aguerridos, porque la cosa se queda de momento en los bajos de 1,20 sin ni siquiera hacer intento serio de probar las resistencias, y eso que el día anterior y por sorpresa, todo un vicepresidente de la FED dijo que se iba antes de tiempo y por “motivos personales”. ¡Ja! Después del repaso que dio al Presidente de los EE.UU. en una entrevista en Financial Times criticando la vuelta a la desregulación bancaria que promueve el círculo que lo rodea, hasta un firme defensor de la firmeza del dólar tendría que doblar la cerviz y reconocer que la calamidad presidencial puede llegar a instalarse en la Reserva Federal, y eso sí que es grave. Política, política y más política es la enfermedad del dólar, y por mucho que pese a los de Junts pel Si y a los de la CUP, en los mercados financieros importa mucho más el desastre que significa la Administración Trump para EE.UU. que la desgracia que nos ha caído en España con la deriva de los nacionalistas en Cataluña. Claro, que la cuenta, tarde o temprano, hay que pagarla.

lunes, 4 de septiembre de 2017

VISITA A LA FUNDACION VICENTE FERRER


Querido Antonio:

Me pones en el reto de escribir unas líneas sobre mis impresiones en la visita que hice el pasado mes de Agosto a la Fundación Vicente Ferrer (FVF) en Anantapur, con la que la Fundación Juan Perán mantiene estrechos lazos de colaboración.  Lo primero que debo de decirte es que cumplí el encargo que tanto tu como Juan me hicisteis unos días antes de iniciar mi viaje, de saludar a Moncho y Anna Ferrer, con los que tuve la posibilidad de dialogar en los días que, y ya te lo anticipo, disfruté como no podía haber imaginado en mi visita a ese remoto lugar del sur de India.

No te voy a hablar del trabajo que hace la FVF. Lo conoces bien, como también lo conocen muchos en el gran equipo de Pikolinos.  Solo recordarlo, me asalta una especie de sentimiento de empalago como el que se satura de merengue hasta no poder más. ¡Es tanto y tan importante lo que hacen!   No puedo separarme de mi faceta de economista, para mostrar mi admiración por la impresión que uno recibe de cómo se gestiona la organización. En muchos momentos de los seis días que conviví con ellos, eran numerosas las veces que me asaltaba el pensamiento de cuánto podría aprender de gestión empresarial de esa admirable gente. Por descontado que también de su enorme grandeza humana envuelta en una todavía más enorme humildad.  Y esa fue mi primera gran lección, lejos de ir allí a enseñar nada, allí te enseñan todo, de todo y en todo momento. El aprendizaje es enorme.  Egoístamente pensaba en mis hijos  y en que, aunque ellos no lo sabrían hasta vivirlo por sí mismos, pocos regalos más importantes podía ofrecerles que regalarles un viaje a la Fundación. 


A esa primera lección, he de sumar otras muchas. Algunas se quedan en lo más íntimo,  pero te confieso que de poco sirvió mi experiencia de muchos años de profesor, de conferenciante, mis muchas horas en estudios de radio y en platós de televisión.  Dirigiéndome a un grupo numeroso de mujeres y algunos de sus hijos, todos ellos sentados en el suelo en una remota aldea al sur de Anantapur, me pudo la emoción, y después de escuchar cómo viven y lo que significa en sus vidas y las de sus hijos lo que hace la Fundación,  y mientras les hablaba de mi admiración por ellas, inútilmente luchaba porque las lágrimas no hiciesen inoportuna presencia.  Digo bien inútilmente.  Un hombre no llora en la India. No, si no ocurre algo grave. Preocupadas, preguntaron a mi interprete de Telugu,  el idioma local que hablan ¡80 millones de personas!  cuál era la causa de mi aparente aflicción. ¡Qué difícil fue explicarles que mi emoción derivaba de mi enorme admiración y de lo insignificante que me sentía frente a aquellas mujeres y aquellos niños de una aldea en la que solo a través de la Fundación podía llegar la esperanza de una vida mejor para los más pobres entre los pobres.  ¡Qué dignidad,  querido Antonio!  Yo habría de estar en el suelo y ellas de píe.  Han pasado solo unos días de mi regreso y todavía con el recuerdo muy fresco, mi emoción era felicidad. Es lo que sentí más veces esos increíbles días, felicidad.  No creas que no me reprocho haber sido incapaz de retener mi emoción, que lo hago, porque pensar que por un instante he podido preocupar a quien nada tiene, nada espera y que inmensamente agradece, me provoca ese reproche.

No voy a hablarte del honor del que fui objeto al inaugurar alguna de las viviendas de las que la Fundación construye a decenas para dar un minúsculo pero digno lugar en el que protegerse a una familia, porque en realidad, la vida ha de hacerse fuera de la vivienda, tan pequeña es.  Electricidad y un ventilador que ayude a soportar las elevadísimas temperaturas, es todo el lujo con el que cuentan.  Ni agua, ni cocina, ni por supuesto algo que pueda llamarse un baño.  Ni siquiera duermen dentro, salvo si son una pareja joven, que entonces los mayores ceden para que lo más íntimo de la relación entre dos seres humanos tenga lugar en la tranquilidad de cuatro paredes. Parece poco, ¿verdad? pero ¡es tanto el cambio!

Tampoco voy a hablarte de los hospitales de la Fundación, donde según me dijo el médico español que dirige el área de neonatología,  nacen más niños que en cualquiera de los dos hospitales de España en que más niños nacen, La Paz en Madrid y otro, cuyo nombre no recuerdo, en Murcia. Curioso descubrir en la India que es un hospital de Murcia donde, junto al complejo hospitalario de la megalópolis madrileña, más niños se traen al mundo en España.  Eso dice mucho de lo que hace la Fundación.  No te hablo tampoco de la ayuda que se presta a niñas, muchas de ellas huérfanas, que son portadoras del virus del VIH, y de cuyos rostros no sale otra cosa que una inmensa sonrisa y ganas de vivir, o de los paralíticos cerebrales que son capaces de competir en actividades en India pero también fuera y llenan orgullosos las vitrinas con los trofeos conseguidos. No te hablo de las escuelas profesionales, de las de niños con discapacidad... No te hablo de como atienden el problema del agua, de los créditos a las mujeres para que compren una vaca o una búfala –animal de carácter- con el que aseguran su supervivencia al margen de que sus maridos fallezcan o las abandonen. ¡Me dejo tantas cosas!

Me pedias unas breves líneas. Ahora me doy cuenta de que aunque he llenado demasiadas, podía muy bien llenar algunas más.   Déjame acabar este breve relato confesando que me he sentido feliz, porque lo que he visto es lo mejor del ser humano, sin saber diferenciar a las claras si la felicidad la proporciona el que ayuda o el que es ayudado.  

Un abrazo y gracias, porque al pedirme este relato, me has hecho revivir lo que sentí en esos inolvidables días de mi visita a la sede de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.

José Manuel Pazos