Adentrándonos
cada día un poco más en el ojo del huracán que amenaza casi todo lo que hemos
conocido en España en los últimos 40
años, sorprende que en los mercados financieros el asunto esté tan atrás en
repercusión. Para cualquiera que se salte la sección de política de los
diarios, diríase que no existe. Y sin embargo, es un territorio absolutamente
inexplorado para la sociedad española, y que a diferencia de otros hechos que
afectan a unos grupos más que a otros, el conflicto que protagonizan el
gobierno autonómico de Cataluña y el
gobierno central es visto con perplejidad, incredulidad y con preocupación por
todos los ciudadanos. Parece cosa que han de resolver políticos, y sin embargo,
todos los indicios apuntan a que en España se ha abierto una brecha que veremos
si se puede volver cerrar.
Siempre es
igual, todo parece imposible hasta que sucede. De eso ya hemos visto bastante
en la última década en lo económico, pero
mucho más en lo político desde el final de la Guerra Fría, de modo que cuando por principal argumento se dice que
Europa no reconocerá una república
catalana, o se pretende que interviniendo las cuentas autonómicas con la excusa
de que no hay que gastar dinero en un acto ilegal, se reconducirán las
diferencias, uno siente vergüenza de su propio país y de la incapacidad de
encontrar un modo más inteligente de resolver lo que algunos percibimos como la
mayor amenaza que la sociedad española ha tenido que afrontar en décadas. Sin embargo, véase la prima de riesgo o la
renta variable, tan sensibles en su momento a los avatares de la política
griega, pero tan inmutables ante una fractura política que ya es social. Ojalá
nos equivoquemos, pero la factura que se nos extienda por esto será cara,
porque aun saliendo bien, nadie puede salir con bien. Si a estas alturas, todo lo que tenemos es la
declaración institucional del Círculo de Empresarios,
que habla de conducir a la sociedad catalana -¿y al resto?- a un auténtico
precipicio, no hace falta ser ningún alarmado pesimista para pronosticar que
estamos muy lejos de estar preparados para las consecuencias de un huracán como
el que se ha desatado. Aún cómo mal menor ¿qué puede esperarse de unas
elecciones autonómicas? ¿un gobierno burgués? Asumiendo que no hay un proceso
de independencia inmediato, en Cataluña se instalará un gobierno de extrema
izquierda e independentista, que tendrá enfrente a los mismos que son
considerados por muchos culpables de la tensión. ¿No va eso a alterar un
músculo de la cara del euro? ¿no va a espantar al capital exterior? ¿no va a
encarecer la factura por intereses? ¿no va a dificultar todavía más la
convivencia y la seguridad jurídica para hacer negocios? ¿no va alentar más
independentismo? El euro no habría de ser ajeno a una crisis de soberanía tan
importante en su seno, porque el euro es fundamentalmente la representación de
la mayor cesión de soberanía de la historia europea, y si se ha visto amenazado
es precisamente por el interés de los Estados en retener soberanía. Pero
doctores tiene la Iglesia y también los mercados son soberanos, de modo que no
somos los que vayamos a quejarnos de su cara de cartón piedra, porque ya
tendremos tiempo de lamentarlo.
Mientras,
esta semana, nos entretendremos con la FED,
y el más que probable inicio de la retirada de liquidez, que comenzará con la
no renovación de las compras de títulos a su vencimiento. No crea que está muy
claro el tiempo que llevará el proceso, porque es algo que depende también de
cómo se comporte el mercado, porque cuando tienes el equivalente al 30% del PIB
en papel en el balance más vale que te muevas con cuidado. No le cuento si
además no se sabe quién estará al mando.
Razón de más para que la suerte nos bendiga con un segundo mandato de la
actual presidenta.
n Primera encuesta sobre el referéndum catalán: Participación del 64% con un 42% a favor y un 38% en
contra
n Cataluña: Cuatro años seguidos de inversión extranjera al alza y dos tercios
de su deuda, con el Estado
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