lunes, 25 de octubre de 2010

GUERRA DE DIVISAS. SEGUNDA


El interés de los norteamericanos en la reunión del G20 celebrada este fin de semana en Corea, era claro. Lo había anticipado por carta a sus colegas el Secretario del Tesoro. Contenía tres puntos. El primero, se refiere a que han de adoptarse políticas, entre ellas de tipo de cambio, que faciliten el reequilibrio entre economías con déficit y con superávit. El segundo, que no han de manipularse los tipos de cambio. El tercero, que ha de ser el FMI quien lo vigile. Por si no quedase claro, en su introducción, señala que pretende alcanzar ese acuerdo sin esperar a noviembre.

Pues va a ser que no. El comunicado final de la reunión, anuncia en su segundo punto un acuerdo general a favor de la fijación por los mercados de los tipos de cambio, pero que en su detalle parece más bien una llamada de atención a los norteamericanos: “las economías avanzadas incluidas las que tienen monedas de reserva, serán vigilantes contra volatilidades excesivas y movimientos desordenados en los tipos de cambio. Esto ayudará a mitigar los riesgos por volatilidad excesiva en los flujos de capital que registran algunos países emergentes” Vamos, que no. Parece que lo intentó de nuevo reuniéndose tras la cumbre en un aeropuerto chino con el número dos del Gobierno chino, al que reiteró su idea de limitar a un determinado porcentaje del PIB el déficit y el superávit por cuenta corriente. Según el Ministro de Finanzas japonés, el porcentaje propuesto sería del 4% con el horizonte de 2015. Ni China, ni Japón, ni Alemania, mostraron entusiasmo. El Ministro de Economía alemán, llegó a asemejar a EE.UU. con una economía planificada, señalando que la creación de dinero es una manipulación indirecta del tipo de cambio. Los máximos responsables de Brasil, ni siquiera acudieron al encuentro, enviando funcionarios de segundo nivel. Su lucha por todos los medios disponibles contra la apreciación del real (un 30% se ha apreciado frente al dólar desde enero de 2009), les dejaría en difícil situación en un foro que pretende defender que no se manipulen los tipos de cambio. Este asunto incluso ha pasado a formar parte del debate electoral de las presidenciales que celebran el próximo domingo su segunda y definitiva vuelta.

En conclusión: Los norteamericanos marcarán el ritmo del debate. Pretenden no llegar a enfrentamientos abiertos, saben que en parte su fuerza radica en ser el primer mercado consumidor del mundo. Su estrategia puede ser apretar al máximo en el campo diplomático, pero no arriesgarse a soportar las consecuencias de iniciar una verdadera guerra de divisas. Como alternativa, caben acuerdos bilaterales. Convendrían a Europa.
Pd: Un resumen de este post fue publicado por el diario Cinco Días bajo el título: "La postura de EE.UU. sobre las divisas"

viernes, 22 de octubre de 2010

DE PRISIONEROS Y SORPRESAS QUE DA LA VIDA


Tras previo paso por Vigo, invitado allí por la Fundación Barrié de la Maza, la Fundación Rafael del Pino contaba ayer en Madrid con la presencia del Nobel de Economía 1995, el norteamericano Robert E. Lucas. Pronunciaba la decimotercera conferencia del ciclo “Enseñanzas de la crisis”. A punto de cerrar el ciclo, la Fundación ha hecho pasar por esta serie a la mayor parte de los economistas más importantes del mundo. Representan líneas de pensamiento distintas, pues en poco coincide el propio Lucas con Akerlof (premio Nobel de Economía 2001), que también pasó por la institución al inicio del ciclo. Poco amigo de la intervención del Gobierno en la economía es el primero, algo que sin embargo defiende como necesario el segundo. Mientras el primero habla de expectativas racionales, el segundo lo hace sobre los mercados asimétricos. En mi experiencia, en lo que todos suelen coincidir con otros de sus laureados colegas y profesores, es en lo poco que les cuesta afirmar no tener criterio cuando son preguntados sobre áreas económicas en las que no se consideran expertos. Sorprende esa coincidencia. Casi tanto, que a la hora de expresar una opinión, incluso sobre aquello que uno cree conocer un poco, teme ser un diletante, adjetivo que según la RAE se aplica a aquellas personas que gustan de hablar sobre temas científicos y artísticos, sin capacidad ni conocimiento.

Antes que cargo público, fue también profesor el Presidente de la FED. Con fuerza criticó a los japoneses por incapaces en una famosa conferencia pronunciada en 1999. Hoy es prisionero de aquellas palabras, cuando definió la política japonesa como confusa, incoherente y demasiado cauta. No pueden decirse del profesor Bernanke, que sea un diletante. Al contrario. Se le considera una autoridad mundial en la Gran Depresión, periodo de referencia en cualquier análisis sobre la crisis actual. Dicho sea de paso, no se mostraba ayer Lucas muy confiado en que la llamada QE2 vaya a servir para algo. Cree que la FED quiere crear inflación para después frenarla. Eso, traducido en tipos de interés, y en mi modesta interpretación de lo que ayer escuché del Nobel, significaría que en algún momento más o menos próximo, la política de la FED implicaría que los tipos de interés habrían de subir con fuerza. ¿Hasta que punto es diez años después el Presidente de la Reserva Federal prisionero de sus descalificaciones a las autoridades japonesas?

Quien parece prisionero es el nuevo Ministro de Trabajo. Su asistencia a la manifestación contra la reforma laboral, es ahora motivo de crítica, pues ha de administrar su aplicación. He tenido ocasión de coincidir con él. La última vez fue la pasada semana en RNE. El director del programa nos citó a ambos para hablar sobre el mercado de la vivienda. Nada me hizo sospechar entonces que en aquel “péndulo” debatía con quien en breve se sentaría en sillones más acolchados. ¡Que haya suerte, Ministro!

lunes, 18 de octubre de 2010

EL BELICOSO COMUNICADO


Eran las 20.20 de la tarde del pasado viernes en Madrid cuando finalmente llegaba el comunicado del Tesoro norteamericano. Lo habíamos estado esperando durante toda la semana, tratando de explicar mientras tanto, con más pena que gloria, que hablar a estas alturas de guerra de divisas, era al menos igual de aventurado que pronosticar el nivel del dólar a final de año. La importancia del comunicado radicaba en que podía calificar a China como manipulador de divisa, abriendo una tramitación legislativa que exigiría de la ratificación del Senado y la firma del Presidente, para posteriormente dar lugar a la imposición de sanciones en forma de tarifas y aranceles a las importaciones del país asiático. Era, o podía haber sido, lo más cercano a una declaración formal de guerra, que finalmente diese contenido a tanto como estos días se ha escrito.

El texto del breve comunicado, dice que el Tesoro aplaza la emisión del informe, porque “el reto del reequilibrio que permita una recuperación mundial sostenida, es multilateral, y no solo responsabilidad de China y EE.UU. y requiere reformas en todas las principales economías” Por lo tanto a esperar al importante encuentro de dentro de unas semanas.

Para ser una declaración de guerra, parece del tipo “patio de colegio” donde la máxima tensión se alcanzaba cuando el atacado respondía al hiriente agresor con un contundente: ¡…y tú más!

Casualidad o no, el dólar que a mediodía había superado con creces la barrera de los 1,41 llegaba a perder los 1,40 al final de la tarde. Es posible que con la distancia que marca el encuentro del 11 y 12 de noviembre en Corea (país que preside el G20 en 2010), al que acude de nuevo España con estatus de invitada, el mercado, visto que los norteamericanos no se presentan de momento muy belicosos, hayan decidido tomarse un respiro. Así da tiempo a que repasemos algo sobre el bancor, -que no sobre el amero- moneda internacional de reserva defendida por J.M. Keynes con ocasión de la conferencia de Bretton Woods. Vamos a ver, porque se abre hueco para un ajuste.

Ahora atención. La semana pasada lo anunciamos en titulares. Algunos de los grandes bancos norteamericanos suspenden la ejecución de hipotecas. Asunto este muy delicado porque encierra de nuevo la palabra fraude. Los valores financieros estaban entre los que más fuerza perdían la semana pasada en las bolsas de valores. Dice el Secretario del Tesoro, que lo que ocurre en el sector inmobiliario residencial es “una tragedia nacional”. Krugman lo llama “el cenagal de las hipotecas”. Atentos.

jueves, 14 de octubre de 2010

SOBRE LA GUERRA DE DIVISAS


Por supuesto caben opiniones, y algunas, cuando son manifestadas por personajes u organizaciones a las que se les puede aplicar aquello de que el valor se le supone, merecen atención. Son más escuchados y tienen más influencia, pero no significa que estén más acertados. De hecho, a uno de los recién premiados con el Nobel de Economía, -Peter Diamond- se le niega por el Senado su valía como economista para acceder como Gobernador a la Reserva Federal. Y eso que se le supone especialista en mercados ineficientes, particularmente el de trabajo. Sabiendo que incluso dentro de la Reserva Federal hay manifiesta división de opiniones, y mientras hay quien aboga -y vota- por alzas de tipos, otros quieren más QE -monetizar deuda-, hay que ser necesariamente cauto con la validez del propio análisis y las consecuentes conclusiones.

Claro que de ahí, a repetir como un loro que estamos ante una guerra de divisas hay un paso que de momento no tengo mayor interés en dar. Fuera de lo que ocurre en el escenario, que básicamente son los medios de comunicación, no tengo mucho nuevo que llevarme a la boca, por más que he leído a muchos de los que supuestamente tienen algo que decir. Pero no he encontrado nada, ni un mal hueso que no estuviese ya roído. Y es que como el Gobernador del Banco Central de China, yo tampoco alcanzo a saber exactamente en que consiste una guerra de divisas. Me va bien que se explote el concepto, pero es egoísmo. En realidad no veo que sea otra cosa que una cara distinta del mismo poliedro, y que al haber recibido la luz de los focos, aparece nueva, y sin embargo es bien viejo.

Dicen algunos economistas, y digo algunos porque no todos están de acuerdo, –¡menuda profesión!-, que el tipo de cambio es el último precio de una economía. Como tal, ofrece atractivos a su manipulación. Los precios están a la baja, porque si hay algo que no es discutible hoy –al menos sospecho que no mucho- es que hay una considerable diferencia entre la capacidad de crecer y el crecimiento efectivo. Es lo que se llama el output gap. Cuanto más amplio ese gap, más riesgo deflacionista. Los que están al mando, si hay algo que temen es la deflación. Tanto que hasta los alemanes hablan de la necesidad de subir salarios. De hecho patronal y sindicatos del metal acordaron un alza del 3,6% desde este mismo mes. Como hacer frente a la deflación parecía ser el problema. Pues nada, se ve que para combatir las consecuencias del descenso en precios, hay que bajar el tipo de cambio, el precio último de la economía. ¿Será por esto que no se encuentran sino huesos ya roídos sobre esto de la guerra de divisas?

domingo, 3 de octubre de 2010

NI OCURRENCIAS, NI DEMAGOGIA



A pesar de que se ha convertido en lugar común la crítica a los Gobiernos del PP por favorecer los excesos que dieron lugar a la crisis del sector inmobiliario, lo que pocos de esos críticos pueden negar es que cuando el PP deja el Gobierno, lo hace con un inmejorable curriculum en las finanzas públicas. Bien es verdad que sin exportar esa cultura del del gasto a Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.

Para España, esa herencia de los Gobiernos de Aznar, es probablemente lo que nos separa hoy de estar exactamente en el mismo lugar en el que están de nuevo los países que nos acompañaron el pasado mes de mayo, cuando se produjo la primera fase aguda de la crisis de Deuda Pública en la zona Euro.

Una nueva edición de esa crisis está teniendo lugar. Casi a renglón seguido de que el Presidente del Gobierno tuviese hace unos días otra de sus desafortunadas ocurrencias al afirmar tajante en Nueva York que la crisis de deuda en Europa estaba superada. De caer nosotros y arrastrar a la UE al borde del abismo, nos separó entonces la claudicación impuesta a sus políticas de despilfarro por nuestros socios y no por los mercados o por las agencias de calificación, a quienes ahora elogia la Ministra de Economía.

Si estamos guardando cierta distancia sobre Irlanda y Portugal, que se aproximan de nuevo al ojo del huracán para situarse al nivel de precisar, como Grecia, la asistencia internacional, es porque la herencia que recibió Zapatero le ofrecía margen suficiente para soportar la inacción de sus cuatro primeros años y el despilfarro de los dos últimos.

Bien haría el Presidente y su Gobierno en administrar cuidadosamente la delgada línea que nos separa de acompañar en primera fila a Irlanda y Portugal. Ni más ocurrencias, ni más demagogia. Esperanza de otra cosa, para nuestra desazón, no ofrece ya.