domingo, 1 de mayo de 2011

EL ULTIMO ACTO



Paso a paso, con mucho viento de proa, pero el euro sigue inexorable su avance a por los máximos de 2009 en los 1,5144 que entonces alcanzó. El mundo financiero sigue pues inmerso en una ficción de expectativas favorables alimentado casi exclusivamente por la liquidez inyectada por los bancos centrales, y sin que aparezca una fórmula más o menos convincente de poner límite a los déficit y por lo tanto al stock acumulado de deuda. Y este es un problema compartido por los países occidentales, a uno y otro lado del Atlántico, de modo que no hay gran diferencia, a pesar de que la evolución del euro y el dólar, aparenten otra cosa.

La Administración norteamericana ha empezado un leve giro hacia una política de gasto más moderada. La Reserva Federal pretende a partir de Junio poner un punto de pausa en su política de compra de deuda. Después, a esperar y ver. En Europa, a todas luces, la reestructuración de la deuda de países como Grecia e Irlanda –inicialmente- es exclusivamente una cuestión de oportunidad. Ambos países no pueden valerse ya por si mismos, y menos en las condiciones que les exigen aquellos que habrían de prestarles más dinero. Curiosamente asistimos a un episodio de tensión en precios que obliga, -o al menos eso creen ellos-, al BCE, a mantener elevada la tensión sobre los tipos. Esta semana veremos como se afina el discurso, pero todo parece indicar que las espadas siguen en alto, amenazando con un nuevo golpe que podía venir en junio, -si nada grave ha ocurrido entonces,- buscando arrinconar posibles efectos de segunda ronda sobre los precios. Y eso que la amenaza volverá a ser pronto la deflación.

Todo esto, es una especie de último, o penúltimo, acto de una obra que se escribió, o mejor se improvisó para evitar una segunda Gran Depresión, y que ahora, una vez que empiezan a tener que cerrarse las máquinas generadoras de liquidez, removerán el status quo bajo el que el dólar se deprecia, y el euro y el yen se aprecian. ¿Tardará dos meses? ¿quizá tres o más? Quién sabe. Lo cierto es que por este camino, y a mi modo de ver, no está la salida.

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