Es curioso el
contraste, porque a la par que nos aproximamos a la recta final del año y se
acerca el momento de repasar lo que dejamos atrás para con esa base construir
el pronóstico de 2018, vemos un año 2017 que en la economía mundial ha ido
bastante mejor de lo que nadie había previsto, pero al mismo tiempo y pegando
la oreja al terreno, se escuchan señales de alarma que alertan de la cercanía
del fin del ciclo expansivo iniciado por los EE.UU. en 2009. De los 192
países que son miembros del FMI, 186
están en expansión en 2017 y por primera vez desde 2010, todos los países del G20 verán este año un crecimiento de su
PIB.
Una de las
mayores y más brillantes sorpresas de 2017 es la eurozona donde, por primera vez en muchos años, las estimaciones de
crecimiento para el año en curso, eran revisadas sistemáticamente al alza a lo
largo de los meses. Es evidente que las condiciones fiscales y monetarias han
sido favorables, pero el broche fundamental lo pone la práctica desaparición a
lo largo del primer semestre del riesgo político, con la victoria del actual
presidente francés fijando un punto y aparte, algo de lo que puede dar fe la
cotización del euro. Francia,
considerada el enfermo de Europa,
entra desde entonces en una fase de reformas que cambia las grises expectativas
que dominaron los años anteriores, y hasta Italia,
lastrada su economía por un sistema financiero frágil y un panorama político
inquietante parece estar iniciando un proceso de recuperación de la ilusión una
vez que ese panorama político se ve algo más claro tras la reforma del sistema
electoral que prácticamente elimina la posibilidad de un gobierno liderado por
los antisistema del M5S.
En la medida
que EE.UU. ha sido capaz de mantener su economía al margen de los desvaríos
presidenciales y China ofrece unos
datos de crecimiento que mejoran los previstos, el entorno no ha podido ser más
proclive para que los mercados financieros disfrutasen de otro año de bonanza,
el octavo en el caso de la renta variable norteamericana, cuyo índice S&P 500 ofrece en este periodo un
retorno acumulado del 352% (un 19% anual). Solo los 10 años que se prolongó el
periodo alcista más largo desde la IIGM
hasta el estallido de la burbuja tecnológica ofrece unas ratios mejores.
El Economista Asimétrico
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