Si el euro tiene que superar esta etapa, es porque analizadas las alternativas, el coste de cualquiera de ellas es mayor. Si aceptamos esto, que es algo en lo que incide un reciente informe de UBS, solo un evento fuera de control del conjunto de la UME, como sería una declaración unilateral de abandono, tiene oportunidad de abrirse espacio creíble y por ello posibilidad de ser “comprada” por los mercados. El viernes, el rumor de un inminente anuncio de suspensión de pagos de Grecia y su abandono del euro, seguido del anuncio alemán de estar preparando un plan para rescatar a sus bancos en el evento de una suspensión griega, aumentó en mucho la preocupación. Y eso es porque más allá de los números, no resulta imposible aceptar que en una situación límite, un gobernante pueda tomar una decisión no respaldada por este tipo de cuentas. A pesar de todo, habremos de convivir un tiempo con esta amenaza de ruptura del euro, que aunque resulte inaceptable económicamente tanto para deudores como para acreedores, no tiene modo de ser definitivamente apartada, al menos durante las semanas precisas para que acabe de definirse la forma en la que la deuda soberana griega va a ser renegociada.
El euro se depreció con fuerza. Cuando el pasado lunes mencioné lo inmediato que percibía un ajuste, señalé lo paradójico de su comportamiento en agosto. No entré entonces en relatar las causas. Esencialmente están vinculadas a la operativa bancaria. La amenaza de una suspensión griega pende sobre la banca europea, y esto exige una importante recapitalización del sistema financiero. Es lo que opina el FMI, y negar esto es una estupidez. Al fin y al cabo los bancos europeos se comportaron hasta hace muy poco tiempo asumiendo que ningún país de la EZ podía suspender pagos en su deuda soberana. Ahora ya se sabe que sí, que esto no solo es posible, sino probable. Como consecuencia los bancos europeos ni prestan, ni encuentran quien les preste. Hasta que esta posibilidad no fue tan evidente, aprovecharon sus subsidiarias fuera de la EZ para endeudarse, al modo que lo hacen las multinacionales españolas que no encuentran crédito aquí, pero si en Brasil, por ejemplo. Lo hacían en divisa, que era vendida para comprar los euros que necesitaban. El euro transmitía así la falsa sensación de aguantar el envite. Ahora, las circunstancias cambian y el dinero que sale, ya no es compensado, y el euro se viene abajo.
No es sencillo aventurar lo que va a pasar, pero no es difícil imaginar que los mercados de crédito continuarán cerrados, es decir, que la financiación del sistema financiero habrá de venir vía bancos centrales, y es posible que eso acentúe el descenso de demanda de euros. Van a ser semanas, en las que mientras los líderes políticos estarán buscando la forma en que mejor digerir la incapacidad de pago de Grecia, los bancos centrales van a tener que sostener el sistema de un modo similar al que han venido haciendo, pero con una intensidad hasta ahora desconocida. La dimisión el viernes del economista jefe del BCE es una clara señal de que la institución hará lo que sea para salvar el euro. Es la solución más económica, y seguramente la única, y probablemente la mejor.
Hola Jose Manuel
ResponderEliminarBuen análisis.
Me queda una duda: ¿el camino evidente es necesariamente el más acertado?
Cuidate
Hola Jose Luis,
ResponderEliminarcreo que lo evidente es lo acertado. En esta ocasion si.
Un abrazo