El FMI ya no es lo que era. De aquellas políticas exigidas a sangre y fuego, cuando era momento de ser impuesto su cumplimiento a los países pobres, hemos pasado a una diplomacia casi exquisita cuando de lo que se trata es de reprender a los fuertes. Dicen las malas lenguas que, en el proceso de negociación con Grecia, sus delegados han llegado a ser expulsados a cajas destempladas. Quién sí lo hizo, en este caso con los representantes del FMI y del Banco Mundial, y no para recibirlos poco tiempo después, fue el actual Presidente de Ecuador, quien llegó a la primera magistratura de la nación en 2007 utilizando el concepto de deuda ilegítima y argumentando que en su orden de prioridad, primero se situaría la educación y la sanidad, y después, si sobraba dinero, se atendería el servicio de la deuda externa. “Primero la vida, después la deuda” sentenció.
Pero Europa no es Ecuador, ni Grecia parece siquiera tentada a permitirse ese lujo, entre otras cosas, porque sus magnitudes de deuda en nada tienen que ver con las del peor Ecuador. Atendiendo a lo que señala en su informe de agosto el banco central ecuatoriano, el total de su deuda externa pública y privada supone ahora el 22% del PIB. En 2007 el 30%. En el recorte hay una jugada malvada, del tipo de la que alguno ha sugerido recientemente que efectúe Grecia. Pero incluso en las proporciones más altas, a ver quien es el valiente que hoy se atreve a decir que los porcentajes de Ecuador serían ahora considerados un problema. Sobre todo estos días, que ha sido cuando hemos tenido oportunidad de recordar, de mano de un reciente informe del BIS que han recogido algunos medios de comunicación, que en las economías desarrolladas, los porcentajes de su deuda superan ampliamente los tres dígitos, multiplicados después por 2, por 3 y hasta por 4, y que por cierto, sitúa a España en un poco glorioso cuarto lugar mundial, con en un nivel de deuda total del 355% del PIB.
Es sabido que cuando debes poco tienes un problema, pero cuando debes mucho, el problema es del acreedor. Es posible que las exquisitas formas actuales del FMI, en las que algunos encuentran un punto de inocencia y que incluso relacionan con el acceso al cargo de máxima responsabilidad de una mujer, tengan menos que ver con esto y más con el nivel de deuda y la dimensión de las consecuencias si alguno decidiese hacer algo parecido a Ecuador. Por si las tentaciones, hubimos de colocar el servicio de la deuda en primer nivel, que es lo que se ha hecho con nuestra reforma Constitucional, y detrás de nosotros vendrán otros, que por eso Alemania se ha empeñado tanto. Seguro que para proteger a sus bancos, pero también porque es posible que ya sepa que no le queda más remedio que ayudar. Con tiempo, que después de dinero, es de lo que menos tenemos. Señalo esto, porque el FMI decía ayer que si creciésemos lo previsto por el Gobierno, cumpliríamos con el objetivo de reducción de déficit. Y si mi abuela tuviera ruedas…
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