Parlamento de Reikiavik |
“Razones de Estado” habían arrancado un principio de acuerdo franco alemán el viernes, pero no fueron suficientes el domingo. Lo aparente es que Grecia habrá de demostrar más. Lo real es que hay que prepararse para el reparto de pérdidas. Habrá que negociar con las agencias de calificación para que no registren la participación privada como una quiebra, y así prolongar la ficción un tiempo más. A comienzos de junio un comunicado conjunto del staff de la troika con el FMI al frente, indicaba que el déficit del gobierno central griego era un 12,9% mayor que el del mismo periodo de 2010, y un 13,2% superior al presupuestado. ¿Cómo van a tragar semejante sapo las agencias de calificación? Pues tragarán, y no habrá evento de crédito. Razones de Estado.
Hace una semanas me visitaba un viejo amigo, ingeniero de formación, pero dedicado desde hace ya muchos años a los mercados financieros. Atesora experiencia y conocimiento sobre los mercados de materias primas, y asesora a algunos de los grandes productores de soja brasileños en la gestión de sus riesgos. Acostumbrado a recibir los mensajes más pesimistas sobre el futuro del euro desde el otro lado del Atlántico, me sorprendió su convencimiento sobre la supervivencia del euro. “Hay muchos intereses que impedirían su desaparición”. También aquí hay razones de Estado. Sin embargo, en las tres ocasiones en que fui preguntado la semana pasada por medios de comunicación sobre lo que estaba aconteciendo en los mercados, en todas, apareció la pregunta sobre la supervivencia del euro. Seguramente tendrá que ver con la presencia en España de Dr Doom que es como se conoce a Nouriel Roubini. Señala el economista que hay tres posibles salidas para restablecer la competitividad y devolver al crecimiento a la eurozona: Una: Que el euro se deprecie con fuerza frente al dólar –a la paridad, por ejemplo-. Dos: Lo que llama la aproximación alemana, consistente en avanzar en las reformas que aceleren la productividad en relación a los costes laborales. Tres: La deflación, a través del recorte de salarios y precios nominales. Ninguna cree posible. La única puerta que queda abierta entonces es el abandono del euro, señala.
Mientras la ficción de que Grecia pagará sus deudas se mantenga, es posible que el abandono de los inversores de un país, tengan como destino otro de la eurozona, de modo que resulte muy difícil que el euro vea colapsar su valor de cambio. Sin embargo, la acumulación de errores en base a “razones de Estado” puede acabar generando la huida que precipite el colapso cambiario que hoy parece imposible. Incluso a Roubini.
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