Llama la atención lo poco que ha ocupado en los análisis del fin de semana la Cumbre de la UE del jueves y viernes. Acaso porque apenas ha dado de sí más de lo que se esperaba, esto es, devolver a la legalidad a la Unión, incorporando al Tratado de Lisboa la posibilidad de que un país reciba asistencia financiera en condiciones límite. En eso consiste el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad, que es el que dará relevo a partir de 2013 al EFSF, que es el fondo de 750 MM € creado en mayo, y a través del que se asiste a Grecia e Irlanda. Se refuerza también el capital del BCE en 5.000 millones de euros. Casi el doble.
Ambas son medidas paliativas, destinadas a atender una situación de crisis. Es decir, que aparentemente seguimos en el terreno de responder a las consecuencias de la crisis, y al menos en público, el debate no ha pasado todavía al terreno de lo preventivo. Predomina lo paliativo frente a lo preventivo. En si mismo, suficiente para afirmar, sin demasiado riesgo, que habrá más episodios de fuerte tensión, y que el peligro para el euro, continua. Esto sin negar que algunos pasos se han dado en dirección de lo que el presidente francés denominó en 2008 “gobernanza europea” y que en esencia consisten en establecer mecanismos para vigilar desequilibrios e introducir medidas correctoras de tipo coercitivo.
Sin embargo, cabe aventurar alguna hipótesis más en materia preventiva, aun en fase de gestación, y suponiendo que la UE sobrevive en su actual forma a nuevos envites. El 10 de diciembre, en el marco de sus reuniones bilaterales, el presidente francés y la Canciller alemana se pronunciaron a favor de coordinar políticas en materia impositiva y de mercado de trabajo. El 11 de diciembre, el ministro de finanzas alemán, que representa al ala más dura del gobierno, declaraba en una entrevista que podía imaginar una unión fiscal en la UE en el plazo de 10 años. Aunque en la prensa alemana, esta postura del ministro se ha interpretado en clave de lucha interna con la Canciller, hay indicios para pensar que, por ejemplo, la negativa a la emisión de Eurobonos, puede no ser algo definitivo.
Representan estos indicios un giro importante en la tradicional postura alemana de rechazo a una unión fiscal, lo que de algún modo supone aceptar en el futuro trasferencias fiscales de unos países a otros. En clave política, supondría la cesión, siquiera parcial, del último reducto claro de soberanía que mantienen los Estados de la UE, que sería transferida desde los más pobres a los más ricos. Si no lo está ya, esto apartaría definitivamente a Reino Unido de la posibilidad de incorporarse al euro, y cerraría a favor de Alemania el periodo de liderazgo francés en la UE como la gran potencia continental vencedora de la IIGM. Esto haría del euro, un euro alemán. Y por qué no, ser el paso a un desdoble de la actual UME. Puede gustarnos o no, aun así y para llegar a eso, resta por atravesar mucho desierto.
POr unos días voy a olvidarme de estas "cositas" y te recomiendo lo mismo.
ResponderEliminarFELIZ NAVIDAD AMIGO!
Vale amigo. Lo haré.
ResponderEliminarFeliz Navidad!!!!!!!!!!!!!!