Con la vista puesta en Portugal y sobre todo en España, podemos felicitarnos porque acabamos de salvar una situación extrema. Estábamos ante lo que ofreciendo todos los síntomas de ser una grave crisis de liquidez a corto plazo, amenazaba con hacer real la posibilidad de una crisis de solvencia a largo plazo. La confianza de los inversores internacionales en España estaba deteriorándose a un ritmo alarmante. Vista la reacción de los mercados ayer lunes, todo apunta a que la intervención de la Unión Europea, conjuntamente con el Banco Central Europeo ha servido para frenar el acelerado deterioro que amenazaba con arrastrarnos a una situación similar a la que ahora padece Grecia, cuyo destino depende ya casi en exclusiva de la ayuda de sus socios europeos.
Como ciudadanos, la intervención que está teniendo lugar en los mercados financieros desde la mañana de ayer, no puede sino reconciliarnos con las instituciones europeas, porque, al menos de momento, ha evitado que nos encontrásemos más pronto que tarde en serias dificultades financieras. Nuestra deuda bruta, tanto pública como privada, estimada en cerca de 3 veces el valor de nuestro PIB precisa de ser renovada periódicamente por parte de unos inversores extranjeros de cuya confianza dependemos, y a quienes debemos ofrecer garantías suficientes de que seremos capaces de hacer frente a nuestros compromisos. Esa confianza se estaba perdiendo aceleradamente, acentuándose a la par que el Gobierno anunciaba largas listas de medidas, discutidas en el mejor de los casos, eludiendo sin embargo aspectos tan críticos como la reforma de uno de los mercados de trabajo más injustos e ineficientes entre los de las economías desarrolladas.
Tras lo ocurrido este fin de semana, y la inicial reacción de los mercados, el Gobierno no podrá seguir escondiéndose. Cabe que vuelva a caer en la tentación de culpar a los mercados financieros, pero ahora, ya no solo rinde cuentas ante las urnas, sino que también ha de hacerlo ante sus socios en Europa, a los que habrá de convencer de que España merece el crédito que poco a poco al principio, y aceleradamente estos últimos días, estábamos perdiendo.
La oportunidad de colocarse ante la opinión pública para explicarle lo que hasta la fecha se le ha venido disfrazando como una crisis ajena a este Gobierno, se da ahora. En lugar de excusarse tras las medidas europeas, la responsabilidad de nuestros gobernantes les exige aprovechar que las circunstancias nos están ofreciendo una segunda oportunidad, de la que por si solos no hubiésemos disfrutado. Con el respaldo de la Unión Europea, tiene este Gobierno, la que posiblemente es su última oportunidad para reconducir la situación de la economía española. Si la desaprovecha, será evidente para todos, no ya su falta de voluntad, sino una manifiesta falta de capacidad.
La oportunidad de colocarse ante la opinión pública para explicarle lo que hasta la fecha se le ha venido disfrazando como una crisis ajena a este Gobierno, se da ahora. En lugar de excusarse tras las medidas europeas, la responsabilidad de nuestros gobernantes les exige aprovechar que las circunstancias nos están ofreciendo una segunda oportunidad, de la que por si solos no hubiésemos disfrutado. Con el respaldo de la Unión Europea, tiene este Gobierno, la que posiblemente es su última oportunidad para reconducir la situación de la economía española. Si la desaprovecha, será evidente para todos, no ya su falta de voluntad, sino una manifiesta falta de capacidad.
Hola JM
ResponderEliminarA mi me da que en este caso eso de "a grandes males..." pues no se va a cumplir aunque también aplicaremos ese otro dicho de "Arrieros somos y en el camino nos encontraremos"...
Me debes el post de los tiburones.
UN abrazo