martes, 4 de septiembre de 2012

SEPTIEMBRE EN LOS MERCADOS


Punto final al agosto tranquilo e inicio de un septiembre clave. La tranquilidad de agosto se la debemos al Presidente del BCE. También del BCE depende en gran parte que septiembre sea ese nuevo mes clave. Claro que son tantos los meses clave que llevamos desde que sentimos lo gélido de la crisis en el cogote, que la sensibilidad a meses, semanas o días “clave” ya hace algún tiempo que atañe más a aquello que observamos en la proximidad de nuestras empresas, amigos y familia, que a la información que reproducen los medios. Es lógico que la gente se desentienda de tanto evento clave que no le sirve para nada y se centre en lo próximo, en lo útil. Veamos si podemos contribuir. 

En los mercados la situación se caracteriza por una volatilidad extremadamente baja y si sirve como referencia, en los mercados de divisas esta calma aparente no se da solo entre los pares más importantes como el euro en su relación con el dólar, sino en otros pares tradicionalmente muy volátiles como es el caso del real brasileño o del peso mejicano. Lo normal sería que esto no se prolongase mucho, pero tampoco es probable que sea el mercado de divisas el que desencadene la tormenta.

Lo previsible es que si se produce inestabilidad, esta proceda o bien de los mercados de materias primas, o bien de los de renta fija. En renta variable la referencia es el VIX (llamado índice del miedo), que está en niveles mínimos, y si acaso este entorno duradero de muy baja volatilidad, de lo que advierte es de moderar el uso de instrumentos que suponen venta de opciones.

La venta de opciones es fundamentalmente venta de volatilidad.  Estando en niveles tan bajos, vendemos volatilidad y por lo tanto asumimos riesgo a cambio de muy poco. Es aconsejable la prudencia en la contratación de "acumuladores" algo que está siendo ofertado por las entidades financieras,  o de instrumentos apalancados que sean cortos de volatilidad. Han sido útiles durante estos meses de volatilidad descendente , pero durante un tiempo mejor recurrir a instrumentos menos sensibles a la volatilidad, y en su caso apostar por incrementos de la misma, aunque haya de hacerse todavía de forma prudente.

Siguiendo con la divisa, en relación a tendencias y con lo que hasta ahora conocemos, el euro no debería apreciarse más. No al menos de forma significativa. Aun así, una fuerte caída del euro está muy limitada por un dólar que tiene que cotizar las grandes dudas que se asocian al próximo final de las medidas de estímulo fiscal, prorrogadas por el actual presidente de EE.UU. y que están siendo objeto de una de las partes más encendidas del debate electoral. 

En materia monetaria y a diferencia del BCE, que sin duda tiene espacio, necesidad y también voluntad de tomar medidas que caen en el terreno de la relajación ya sea en su forma clásica (tipos más bajos) o en su forma menos ortodoxa a través de compras de deuda, la FED atraviesa un momento en el que ha de gestionar la indefinición que supone la posibilidad de un cambio en la presidencia de la nación, y es posible que si las circunstancias se lo permiten, mantenga una actitud de “esperar y ver” al resultado el electoral y lo que como consecuencia ocurra con la política fiscal. No renovar los estímulos fiscales puede ser sinónimo de un fuerte descenso en la expectativa de crecimiento en EE.UU.  e intensificar coin ello la probabilidad de medidas de estímulo monetario; la llamada QE3, uno de los instrumentos más poderosos de estimulo para los mercados financieros.

Por eso que en septiembre entramos en territorio más incierto. Y no en política, o en economía real, que eso no es novedad. Estoy  hablando desde la perspectiva de aquello a lo que responden los mercados financieros.

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