domingo, 3 de abril de 2022

SUIZA, NO SOMOS

Conviene preguntarse y observar, sin dar las cosas por ciertas. No podemos tener todas las respuestas, pero al menos, si podemos y debemos, hacernos algunas preguntas.


Hay que ver lo que costaba acercar el incremento de precios al 2% no hace demasiado tiempo y lo poco que hemos tardado en superar registros de hace cuatro décadas.  Es un momento muy delicado porque sus efectos, aunque graves, son todavía limitados y los agentes creen que esta tensión se aliviará. Lo sabemos porque se cotiza todo, y los futuros de inflación están descontando valores medios anuales entre el 2.5% y el 3% en los próximos 10 años en Europa y EE.UU.  Aunque se están produciendo episodios de fuertes ventas en los mercados de bonos y, como consecuencia, su rentabilidad aumenta, hoy, un bono alemán a 10 años paga una rentabilidad del 0.65% y un 2.35% el norteamericano. De media, cerca de un 1% más que al empezar el año. Si esto fuese todo, ¿dónde se firma?

SON OPINIONES… ¿PERO?

Acaban de publicarse los PMI de la eurozona de marzo. Todavía bastante por encima de 50 cuya ruptura anunciaría un periodo contractivo, pero en mínimos de 14 meses. Cae a 56.5 desde 58.2. En España, el mínimo es de 13 meses, y cae a 54.2, el más bajo de los principales países europeos.  Las perspectivas no son buenas de cara a abril, y es que la confianza de las empresas en el futuro cae a su mayor ritmo desde el inicio de la pandemia. Son opiniones, pero ¿qué hay que nos desmienta y que la evolución vaya a ser otra?

Cuando muchos países enfrentan tasas de inflación que encogen el alma, en Suiza, los precios registran un alza interanual en marzo del 2.4%, el más alto desde 2008, sí, pero muy lejos de 7.5% que arrecia en la Eurozona. Además, su PMI se va a 64 en marzo, cuando se esperaba 61, y ya son quince meses consecutivos por encima de 60. Cierto que el franco suizo hace ya tiempo que dejó atrás la barrera de 1.20 que durante tanto tiempo defendió a comienzos de la pasada década, y se acerca a la paridad con el euro, y una divisa que se aprecia siempre es una buena herramienta frente a la inflación. Pero a pesar de todo, el 50% de la energía que consume Suiza procede de petróleo y gas, que ha de importar, de modo que no puede considerarse al margen de los mismos acontecimientos que afectan al resto de Europa.  ¡A ver si no va a ser la energía!

MÁS NOS VALE

¿Volverán los buenos viejos tiempos? Como los conocimos, no. A lo largo de estos días grandes figuras del panorama financiero han hablado del fin de la globalización. Si es así, como todo indica, el mundo será más regional y los precios ya no jugarán el papel redistribuidor que han jugado hasta ahora. De lo que nos queda del mundo de ayer, lo que tenemos más en común es la deuda. Los suizos, no. De ahí que la intención, también común, está en que no suban mucho los tipos de interés. Cuando menos los reales, y eso que son muy raros largos periodos de tipos de interés reales negativos. Claro que con una inflación al 10%, los tipos reales siguen siendo negativos.  Aunque los nominales se vayan al 6%.

No es el 6% un pronóstico, pero, o las expectativas de inflación se mantienen ancladas por donde andan ahora, o como empiecen a repuntar, eso de que los tipos nominales van a subir “moderadamente” va a resultar muy difícil de sostener. El hecho de que existan medidas de expectativas de inflación, diferencia en mucho esta crisis de la crisis energética de los años 70, y facilita la tarea a los bancos centrales que se dedican a anclarlas. Entonces no las había y los tipos tuvieron que subir mucho. Ahora existen y son creíbles, pero como se desate el miedo, a ver a que se recurre. Más vale que no, porque Suiza, no somos.

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