Llegaba a la sede de la Bolsa el viernes pasado cuando el mercado acababa de abrir. Eran poco más de las 9 de la mañana y acudía a una entrevista acordada con CNN+. La Bolsa de Madrid, es un hermoso edificio. Su sala de contratación, un museo vivo, que está lleno, pero solo de historia. Mirar al techo nos traslada en el tiempo. Cuando entre las provincias de España figuraban algunas de Ultramar. Su hermoso parquet de madera, está plagado de quemaduras. Mientras se contrataba, se fumaba. Y las colillas…¡al parquet! Merece la pena visitarlo con quien conozca un poco de su historia. Hoy, la mayor parte de las almas que lo ocupan, son empleados de BME, o periodistas.
¡Menudo día! Así me recibió mi amiga Lara, joven, pero una de las veteranas en aquel lugar. La bolsa retrocedía a la apertura cerca de un 2%. Creí que sería por Irlanda, pero no. La causa estaba en China. La bolsa española retrocedía por la inflación en China. Llevaba tres días fuera de Madrid, y durante esos tres días, casi no había oído hablar de otra cosa que de China. Había tenido la oportunidad de estar con un pionero que ya en los setenta iniciaba su aventura empresarial en China, cuando todavía conservábamos alguna provincia de Ultramar y en la Bolsa se apagaban las colillas sobre el parquet. También con generaciones más jóvenes de empresarios, que han sido capaces de innovar sobre la herencia recibida y de entender mejor que nadie la aplicación en local de lo global. Cuando ellos hablan de China, los economistas, mejor callarse. De hecho, acostumbrados a analizar China casi exclusivamente como proveedor, recordé una conferencia reciente de un alto cargo de la Corporación Mondragón, en la que recogía un revelador retrato de la China interior a través de una segmentación de los consumidores chinos.
Por si fuera poco, China, y junto a China, los Estados Unidos, eran los dos grandes protagonistas del G20. El comunicado de la reunión de Corea acababa de publicarse, y CNN+ subtitulaba la entrevista: “Acuerdo de mínimos”. Parecía que al menos podíamos arrinconar en parte la “guerra de divisas”. Suena algo frívolo resumir en ese concepto, que con tanto éxito lanzó un Ministro brasileño, los cambios a los que asistimos. Ese acuerdo de mínimos, significa que, afortunadamente, los norteamericanos, los mayores importadores del mundo, están dispuestos a negociar. Y China, accede. Basta preguntar sobre los precios a los empresarios que se suministran allí y entenderemos por qué la Bolsa respira por la inflación de China.
Ese acuerdo, es lo más importante de este G20. Traducido en probabilidades sobre el dólar, que es lo que usted espera encontrar aquí, significa que es muy probable que en esta fase, el dólar haya dejado de ir a la baja. Ya conoce mi opinión: Ni la QE2, ni la “guerra de divisas” son todavía algo más que síntomas de un cambio profundo. Cambio que puede situar el PIB de China en 2025 muy cerca del norteamericano y en 2050, casi duplicarlo. Ya veremos entonces que pasó con el dólar. Pero ahora, el dólar, sigue siendo el Rey.
¡Menudo día! Así me recibió mi amiga Lara, joven, pero una de las veteranas en aquel lugar. La bolsa retrocedía a la apertura cerca de un 2%. Creí que sería por Irlanda, pero no. La causa estaba en China. La bolsa española retrocedía por la inflación en China. Llevaba tres días fuera de Madrid, y durante esos tres días, casi no había oído hablar de otra cosa que de China. Había tenido la oportunidad de estar con un pionero que ya en los setenta iniciaba su aventura empresarial en China, cuando todavía conservábamos alguna provincia de Ultramar y en la Bolsa se apagaban las colillas sobre el parquet. También con generaciones más jóvenes de empresarios, que han sido capaces de innovar sobre la herencia recibida y de entender mejor que nadie la aplicación en local de lo global. Cuando ellos hablan de China, los economistas, mejor callarse. De hecho, acostumbrados a analizar China casi exclusivamente como proveedor, recordé una conferencia reciente de un alto cargo de la Corporación Mondragón, en la que recogía un revelador retrato de la China interior a través de una segmentación de los consumidores chinos.
Por si fuera poco, China, y junto a China, los Estados Unidos, eran los dos grandes protagonistas del G20. El comunicado de la reunión de Corea acababa de publicarse, y CNN+ subtitulaba la entrevista: “Acuerdo de mínimos”. Parecía que al menos podíamos arrinconar en parte la “guerra de divisas”. Suena algo frívolo resumir en ese concepto, que con tanto éxito lanzó un Ministro brasileño, los cambios a los que asistimos. Ese acuerdo de mínimos, significa que, afortunadamente, los norteamericanos, los mayores importadores del mundo, están dispuestos a negociar. Y China, accede. Basta preguntar sobre los precios a los empresarios que se suministran allí y entenderemos por qué la Bolsa respira por la inflación de China.
Ese acuerdo, es lo más importante de este G20. Traducido en probabilidades sobre el dólar, que es lo que usted espera encontrar aquí, significa que es muy probable que en esta fase, el dólar haya dejado de ir a la baja. Ya conoce mi opinión: Ni la QE2, ni la “guerra de divisas” son todavía algo más que síntomas de un cambio profundo. Cambio que puede situar el PIB de China en 2025 muy cerca del norteamericano y en 2050, casi duplicarlo. Ya veremos entonces que pasó con el dólar. Pero ahora, el dólar, sigue siendo el Rey.
Hola Jose Manuel
ResponderEliminarLo de China está cantado, ahora la incognita es si ese relevo se producirá incluso antes....LO del dolar, qué quieres que te diga, continuará...
Cuidate
Hola Jose Luis,
ResponderEliminaryo creo que irán entrando por el aro, pero retranqueando todo lo que puedan. Me preocupa que a la apreciación del yuan, se sume la del dólar, de modo que para el consumidor español, el acceso a bienes básicos de consumo con origen asiatíco se encarezca tanto que la pérdida de poder adquisitivo via precios se convuerta en un factor más de dificultad. El caso es que todavía sostenemos un deficit corriente del 3% del PIB, y más pronto que tarde hay que cerrar ese agujero. En fin, que o está el asunto claro.
Un abrazo