Hace unos días bajo un artículo publicado después de la invasión rusa de Crimea y titulado “La mayoría de analistas consideran que la crisis de Crimea no tendrá impacto en los mercados”, un lector cargaba contra esos mismos analistas cuyos alarmantes análisis sobre la amenaza rusa en los días previos le habían llevado a vender su cartera de acciones con pérdidas superiores a un 20%. No podía digerir que ahora le dijesen que esto no tendría impacto: “¡Cabrones!” exclamaba indignado. Más educado en la forma se mostraba recientemente el Presidente del BCE con su colega del FMI a la que con fina ironía pedía que fuese igualmente generosa con sus recomendaciones en otras jurisdicciones, “por ejemplo, lanzando comunicados justo el día antes de la reunión de comité abierto de la Fed”. El motivo era, en este caso, la amenaza de deflación sobre la que el FMI no ha dejado de insistir al BCE en todos los frentes en los últimos días. Pero los mercados, como gatos satisfechos, una vez que tengan un nuevo ratón con el que jugar, dejarán de lado la deflación, que en el fondo consideran una excusa para seguir viviendo en la tranquilidad de que las mangueras de liquidez seguirán abiertas, y centrarán su atención en uno nuevo: el que toque. ¿Habrá desaparecido entonces la amenaza deflacionista? ¿estará resuelta la crisis de Ucrania? ¿ya no van a dar problemas las economías emergentes y sus divisas? ¡Cuanto esfuerzo hay que hacer a veces para someterse a analizar aquello con lo que juegan los mininos!
Por eso que voy a terminar refiriéndome a la Unión Bancaria, algo que esta semana tendrá que volver a interesar, -al menos durante un rato- porque se espera que el Parlamento Europeo ratifique el acuerdo sobre el modelo de resolución de crisis bancarias pactado entre los Estados miembros en la madrugada del 20 de marzo. Es el considerado segundo gran pilar de la Unión Bancaria, unión que pretende eliminar la actual fragmentación del sistema financiero y fundamental pilar de los tres (supervisión y garantía de depósitos son los otros dos) sobre el que realmente puede apoyarse la perdurabilidad del euro, una moneda cuyo futuro no está asegurado, aunque eso no se vea reflejado en su actual cotización. Dice el Presidente del BCE que la Unión Bancaria no es la panacea para resolver el problema del crédito, y aunque esto no lo dice, si estuviésemos es una Unión Bancaria seguramente no estaríamos hablando de esa gran amenaza como todos consideran a la deflación. Es posible que también lo piense así el Presidente del BCE pero que por imposibilidad presente -y veremos si con su actual diseño por su utilidad futura- , tienen que optar por políticas “más a mano” y ejecute en breve, como muchos indicios apuntan, la menos discutida, pero también veremos cuanto de eficaz, arma de bajar los tipos de interés. Puede que así logre, por fin, depreciar al euro, pero es más difícil comprar la idea de que así se evaporará la deflación y se apuntalará la recuperación.
Articulo publicado en http://www.zoomnews.es/249593/como-salimos-esta/memoria-corta-o-cabrones
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