Después de una sequía de varias semanas,
estos días los mercados recuperaban la referencia de los datos macroeconómicos
en Estados Unidos. Uno de los más esperados fue sin duda el informe del empleo
correspondiente al mes de septiembre.
Conclusión rápida: antes de que la crisis
fiscal fuese un hecho en Estados Unidos, el crecimiento del empleo perdió
impulso. El departamento de trabajo publicaba el martes que los empleos no
agrícolas aumentaron en 148.000 personas, por debajo de los 190.000 usd que
esperaba el mercado. El dato en sí no es particularmente malo. Sin embargo, hace tan solo seis meses la media de creación estaba por
encima de 200.000. La tasa de desempleo, por su parte, cayó una décima, al 7,2%,
una “mejoría” derivada no del aumento de su dividendo, sino de un menor divisor,
consecuencia de la salida de trabajadores que buscan un
empleo. Mala señal.
Las señales de que la economía
estadounidense ha perdido impulso incluso antes de la disputa presupuestaria en
Washington están siendo un foco de agitación en los mercados financieros, pese
al más que ya descontado retraso en la retirada de estímulos por parte
de
la Reserva
Federal. Lo cierto es que con las últimas cifras de empleo que
ha ofrecido el informe, la decisión de
la Reserva Federal de mantener
sus compras mensuales de bonos, encuentra respaldo y pueden llevarnos a
pensar en un retraso hasta el primer trimestre del próximo año, incluso más, si
se produce una nueva paralización del gobierno. Esta próxima semana, los días 29 y
30, la Fed volverá a reunirse para discutir sobre su política monetaria. El mes
pasado, sorprendieron a los mercados cuando mantuvieron sus compras mensuales de
bonos por 85.000 millones de dólares y dijeron que querían ver mayores
evidencias de una fuerte recuperación antes de disminuir este importe. En esta
ocasión, difícilmente van a sorprender. Sí se sorprendieron, sin embargo, con la
publicación de los datos de empleo estadounidense ¿O no? Sea como fuere, fue la
excusa perfecta para que las apuestas, impacientes desde hace semanas por
decidirse, pusiesen todas las fichas a favor del euro.
Esta semana, en una
entrevista al diario Le Parisien, el ministro francés de Industria se refería a
la fortaleza del euro y declaraba que “el euro es demasiado caro, demasiado
fuerte y un poco demasiado alemán", instando al BCE a que actuase a favor de
un tipo de cambio menos fuerte y añadiendo que el euro “debería ser un poco
más italiano, un poco más francés y simplemente europeo". Según el ministro
francés, si el euro se abaratase un 10% frente al dólar, la riqueza nacional de
Francia se elevaría en un 1,2%, se crearían 120.000 puestos de trabajo y el
déficit del país se reduciría en 12.000 millones de euros. Francia presiona
nuevamente por el tipo de cambio pero, en general, con poca respuesta desde
Europa. En febrero, cuando el euro estaba en 1,3540 Eur/Usd, el presidente del
BCE decía que el tipo de cambio no es un objetivo de la política monetaria,
aunque sí recordaba que se vigila si su apreciación altera la inflación.
Poco más. En su nueva cruzada contra la fortaleza del euro,
Francia tendrá que buscar aliados, quizá también fuera de Europa. Será entonces
una cruzada, no contra la fortaleza del euro, sino contra la debilidad del
dólar.
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