Preguntado
pocas horas después de su anuncio sobre como los economistas entendían los
movimientos del precio de los activos, el Nobel en Economía 2013 Lars
Hansen, respondía: “Estamos haciendo
algunos progresos, pero hay mucho por hacer”. Para alguien dedicado al control del riesgo
generado por los cambios en el precio de los activos, una de dos, o abandona su
trabajo en medio de una depresión tras reconocer su error vocacional, o bien se
alegra de que por fin estemos haciendo algunos progresos en entender la
evolución de los precios. Y a pesar de ello fíjese cuánto dinero mueve el
análisis y pronóstico de las cotizaciones, pero si resulta que la tarea propia
del economista es el análisis y el pronóstico y en verdad hay mucho por hacer
¡albricias!, los economistas perduraremos. No huya por favor que no es una
amenaza.
Vayamos a algo
aplicado. Resulta que se supone que el dólar estaba débil por la incertidumbre
de la negociación presupuestaria norteamericana (eufemismo para referir la
peligrosa parodia política que nada ha resuelto). En la lógica racional de Eugene Fama (también Nobel 2013), resuelto
el trance, el dólar se apreciaría. ¡Ja!
En el mundo del “Animal Spirits”
de Robert Shiller (el tercer
laureado 2013) todo es posible, puesto que es la irracionalidad lo que mueve
las finanzas. Como si no explicarse que la demanda de un activo sube cuando su
precio sube, ¿pero no era al revés? Se ve que no. Mire el IBEX, cuanto más
caro, a más inversores atrae.
En este
estimulante entorno cabe preguntarse, ¿y qué va a hacer el dólar? A usted que
no ha dejado de leer aquí y quiere creer que, al menos a largo plazo, es
posible predecir las cotizaciones, lo primero que conviene es confirmarle que
efectivamente la negociación presupuestaria no ha resuelto nada, pero ha
evitado un desastre mayor, de modo que las cosas vuelven a donde estaban. ¿Y
dónde estaban? En un mar de liquidez que
continua incrementándose a razón de, al menos, 85.000 millones de dólares al
mes. En un clima de fuerte represión
financiera sobre el ahorro, donde obtener rendimientos del capital que superen
la inflación sin asumir riesgos es prácticamente imposible, y donde aspirar a
rentabilidades del 3 al 5% para una cartera exigen jugarse el capital.
La seguridad
no existe. Bancos y Gobiernos trabajan a fondo para que no exista. Así es que
reaparecen nuevas formas tóxicas de capital, magníficas para la banca y para los gobiernos,
pero desastrosas para el ahorro: “Compre
Coco´s, convertibles, subordinadas, estructurados…” O eso, o renta variable. No hay otra
cosa. Ni siquiera quedan los emergentes,
donde muchos adivinan burbujas -¿sabía que es más barato expatriar a un español
a Brasil que contratar a un brasileño?-
Entonces, ¿dónde acudir? La bolsa
americana, incluso para los racionales, está muy cara, muy por encima de su PER
ajustado al ciclo. Sin embargo, la fuente del dinero sigue manando abundante
allí. Todos –animal spirits- miran a
Europa, que estará mal, pero es más barata
-“es un momento fantástico, entra
dinero para todo” Botín dixit-.
Los gestores compiten por atraer capital, y lo hacen comprando aquello que
sube. ¿Hay valor, o hay que
echárselo? Ahora da lo mismo. Parece
evidente que hay que comprar bolsa y euro. ¿Por qué entonces los pronósticos
continúan teniendo un sesgo tan alcista para el dólar? ¿Acaso son los
pronósticos de dólar una forma de mantener el atractivo cuando no hay mucho
que EE.UU. pueda ofrecer? ¿es que aquí
todo el mundo hace trampas, o realmente nos queda tanto por aprender? Muchos
entraron a comprar dólares en 1.32 y se están saliendo, pero seguro volverán.
Quizá haya que esperar lo suficiente, pero un dólar, todavía es un dólar, y un
euro ¿qué es exactamente un euro? ¿1.37 dólares? No sé,
pero no lo veo.
Publicado en www.zoomnews.es