domingo, 24 de febrero de 2013

EN REALIDAD ESTA MUERTO


Tiempos revueltos, sin duda, pero hasta ahora bajo el efecto analgésico de los bancos centrales, que como en el caso de la FED han multiplicado su balance hasta los 3 trillones (americanos) de dólares, de los que 1,7 trillones son deuda pública americana.   No es menos aparatoso el incremento de balance del BCE como tampoco, relativo a su tamaño, el del Banco de Japón o el del Banco de Inglaterra. 

Lo curioso es que al menos al BCE las cuentas le salen. Acaba de  saberse que las compras de deuda soberana le han supuesto en 2012 unos ingresos por intereses de más de 14.000 millones de euros, de los cuales se queda una  parte y retorna el grueso a los bancos centrales de cada país.  No se había publicado nunca tanto detalle de sus operaciones como ahora se ha sabido, incluido el salario base de su Presidente que fue en 2012 de 375.000 euros, más del doble de los que recibe el Presidente de la Reserva Federal, aunque bastante menos de lo que va a recibir el nuevo Gobernador del Banco de Inglaterra. No es caro para unos personajes que, desafiando a lo desconocido, han logrado hasta el momento evitar la catástrofe que hubiese asolado a muchos países.

Aprovechemos no obstante para recordar la naturaleza paliativa de sus políticas, y para tomar conciencia en el caso europeo, de que a pesar de todo lo que el BCE ha hecho para salvar al euro, la supervivencia de la moneda única no está garantizada. De hecho, como dice más de un economista, el euro está en realidad muerto. Basta comprobar la fragmentación de los mercados y la ausencia de operaciones transfronterizas. 

No está de más recordarlo por si alguien lo había olvidado.  

jueves, 21 de febrero de 2013

ESPAÑA EN EL RADAR


 


Seguramente le habrá llamado frecuentemente la atención la habilidad italiana para pasar desapercibida en medio de las sucesivas tormentas desatadas por la crisis europea.  Más los aspectos políticos que económicos ligados al peculiar liderazgo de Berlusconi, han ocupado lugar destacado, pero una vez retirado el personaje de escena y sustituido por tecnócratas, Italia sale de los focos, algo que España ha sido incapaz de conseguir salvo breves periodos. Pero no hay bien que nunca se acabe (Italia) como tampoco hay mal que cien años dure (España).

La proximidad de unas elecciones generales de incierto resultado el domingo y lunes, subsana ese desequilibrio,  e Italia reaparece a su pesar. The Economist llevaba en su último número el país a portada. Repasa lo que entiende como su más que pobre balance desde la implantación del euro. Lo ejemplariza en la evolución del PIB per capita desde el año 2000 y en la evolución del coste laboral unitario, unidad de medida utilizada por los economistas para comparar el grado de competitividad entre países. Resulta que Italia ocupa el lugar 169 de los 179 países analizados en evolución del PIB per cápita desde que adoptó el euro, y resulta también que desde 2008, los costes laborales en su industria son los que mayor incremento han registrado entre los países de la eurozona con la notable excepción de Finlandia. De modo que si la situación política está por definirse, la económica no está para presumir. Forzando la comparación, señala el semanario que “los primeros signos de recuperación son visibles en Irlanda, e incluso en España”.
Al margen de que no hay informe de analista alguno que estos días no refiera que del resultado de estas elecciones en Italia dependerá la evolución de la crisis del euro, es sobre la breve y buena referencia a España sobre lo que quiero llamar la atención.
Recientemente decía el economista jefe de MorganStanley a través de un informe de la entidad que España está en camino de convertirse en la nueva Alemania de la eurozona. Aunque expresado de forma menos aparatosa, son algunos más los bancos de inversión que están manifestando cierto grado de entusiasmo en sus informes al analizar las consecuencias que, a cuenta de los ajustes y reformas,  sus analistas vislumbran sobre la economía española.  Con diferentes matices, no es tanto que consideren que los españoles somos gentes de acentuado rigor reformador, sino que bajo la vigilancia alemana no hemos tenido alternativa.
Sea como fuere, hay algo que empieza a ser evidente: España está entrando en la zona de interés del capital inversor mundial. De ello hay cada vez más testimonios.

lunes, 4 de febrero de 2013

UN GOBIERNO TECNOCRATA


No es la primera vez que tenemos a Italia de pareja de baile. Durante un tiempo bailamos solos, pero ya estamos de nuevo emparejados, y no por buenas razones. Tanto es así que hasta el euro se depreció. Bien es verdad que poco, pero también que esto acaba de empezar. Ayer, quien más o quién menos tenía motivos para vender algo, y más si era español. “No podía llegar en peor momento” dice en su editorial de ayer Financial Times, pero como nadie da puntada sin hilo, y estos menos, el fuego alcanza a Rajoy, igual que en su día apuntaba a Berlusconi, no tanto a Italia. Pero eso es un consuelo limitado, porque no hay crónica que al preguntarse sobre el futuro del Presidente del Gobierno, no haga de paso referencia a la crisis institucional que asola a “casi todas las instituciones”.

Esto no tiene salida fácil. Las agendas de algunos de los principales líderes del PP están siendo canceladas, y la sensación que se percibe es la de un país sin rumbo, y sin alternativa. Una crisis así va a precisar de algún temblor sísmico, y quien sabe si ha llegado el momento de dejar lugar a un gobierno tecnócrata. En esta ocasión la tradicional política del Presidente de esperar a que escampe, podrá contar con el apoyo de algunos líderes europeos, pero va a ser muy difícil de sostener mucho tiempo. ¿Quién va a decir ahora que un incremento de la prima de riesgo no viene a causa de la crisis política?

Mi impresión es que hay mucho más de cobardía y falta de transparencia que de corrupción, pero que duda cabe que la presencia de notables sinvergüenzas lo empomzoña todo. O no hemos tenido suerte, o tenemos lo que merecemos. A elegir.