La relación del artículo de Wolf con la reforma es simple a mi modo de ver. De esa ligazón, aparte de los manuales, me dio constancia el documento que el Banco de España había utilizado en su presentación a inversores extranjeros de la reforma financiera el pasado 4 de febrero. Cuando cayó en mis manos, me llamó extraordinariamente la atención que en los gráficos de apoyo que presentaba el Banco de España, nuestro déficit corriente desaparecía en 2013. En 2008 era del 9.2% del PIB. No conocíamos nada de la Reforma Laboral, pero en cuanto el propio día 10 el Gobierno la hizo pública, no me quedó ninguna duda. El Gobierno había “devaluado”, y lo tenía tan claro que unos días antes había hecho “desaparecer” el déficit por cuenta corriente, algo que solo se ha venido corrigiendo mediante devaluaciones monetarias. Una breve colaboración que hice en prensa ese mismo fin de semana fue bajo esa advocación: habíamos devaluado.
El objetivo de la reforma será crear empleo, y sobre su eficacia a corto plazo hay opiniones. Sobre lo que no hay duda es sobre lo que el Gobierno espera de la reforma, y es que haga desaparecer el déficit corriente. Y es este el indicador clave por el que va a medir si la reforma laboral cumple su papel. La devaluación monetaria, es más justa, porque afecta globalmente, pero no es posible en un área de moneda única. La devaluación efectuada es más dura, y más injusta, pero tiene vocación de ser más eficaz, porque no puede ligarse una detrás de otra, de modo que es muy exigente. Por eso la reforma no es equilibrada, ni justa como dice el Gobierno, simplemente porque una devaluación salarial, concentra el esfuerzo en el factor trabajo. Es de esperar que el Gobierno acierte, porque difícilmente habrá segunda oportunidad.
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