Pero siendo el desempleo la parte más visible de la devastadora crisis que nos asola, la que tiene potencial más destructivo, la del virus silencioso, es la crisis financiera. Los bancos están estrangulando a los supervivientes. Son muchas las empresas que se encuentran con la necesidad de preguntarse si frente a la ausencia de respuesta a la solicitud de renovación de sus líneas de financiación solo les cabe la posibilidad de colocar a sus entidades ante la tesitura de instar la ejecución de avales y garantías. Pequeñas, medianas y grandes empresas, con actividades de negocio sólidas, ven como las amortizaciones de sus préstamos o el vencimiento de sus líneas de crédito, no reciben, en el mejor de los casos, otra respuesta que el retraso o el silencio a su solicitud de nueva financiación. Cabe que ya no sea posible ajustar el déficit público al ritmo que se había previsto, pero entonces tampoco es posible que los balances de los bancos se saneen a igual velocidad. Particularmente si se pretende mantener la ficción de que la solvencia vendrá a través de las fusiones. El gobierno ha decidido que no puede asumir un banco malo, pero puede encontrarse con que si la voracidad en expandir los balances fue el multiplicador eficiente para extender el virus, la voracidad de reducirlos a costa de los que todavía podemos devolver la financiación, puede ser incluso más destructiva. Bien estará que la reforma laboral, que según los indicios que tengo será de las que se calificará “dura”, contribuya a reducir los costes y aumentar la flexibilidad del factor trabajo, pero si el saneamiento del sector financiero van a tener que pagarlo las empresas que pueden devolver lo prestado, estamos apañados. Llegados a este punto, uno desea la quiebra y nacionalización de aquellas entidades zombi que solo pueden mantenerse a costa de quitar la vida a los agentes que crean empleo y sostienen la actividad económica.
A quien pretenden “nacionalizar” es a Grecia. Ya es una vieja aspiración alemana, que no confía en absoluto en las autoridades griegas. Son muchos los que insisten en que no puede ser expulsada del euro, pero cuando incluso ya se valora la posibilidad de una quita en la parte de deuda griega que tiene el BCE, resulta difícil admitir que como dice un líder británico, la cola continúe moviendo al perro. De la énesima cumbre, la del lunes, no esperaba más. Reconforta ver el PIB de EE.UU creciendo al 2,8% anual, pero ya que esto va de malas, de verdad, ha crecido un 0,8%, el resto ha ido todo a acumulación de inventarios. Es relativamente normal en el cuarto trimestre de cada año,...pero tanto!
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