Vayamos con lo más cierto. Hay acuerdo para elaborar un nuevo Tratado para 17+9 (se autoexcluye R.U.) que recogerá las condiciones alemanas de equilibrio y control fiscal. Habrá de estar listo en marzo (Francia tiene elecciones presidenciales en primavera y legislativas en verano). Se acelera la entrada en vigor del mecanismo destinado a la ayuda y rescate de países miembros. Se pretende dotarle de más de recursos (algo que ahora está en pleno debate) existiendo la posibilidad (por definir) de que pueda pedir prestado al BCE, además de endeudarse en los mercados. Se involucra al FMI para que pueda conceder préstamos bilaterales a países en dificultades. Menos evidente que lo anterior, pero relativamente explícito, es que el BCE, tendrá más “manga ancha” para responder a lo que ocurra en los mercados. Fundamentalmente para asegurar que no faltará liquidez al sistema financiero y evitar con ello que se registre algún episodio tipo Lehman, amenaza latente las últimas semanas. Es verdad que no aparece la deseada bazooka para la compra de deuda soberana que los inversores reclamaban, pero según fuentes anónimas del BCE recogidas por Reuters, el último consejo en el que se decidió el recorte de tipos al 1%, estableció en 20.000 millones el límite semanal de compras de deuda soberana. Llevado a ese límite supondría algo similar a la compra, y por tanto monetización, de la mitad de la deuda soberana que vence en un año. Algún día, si la crisis no se reconduce, el empobrecimiento crediticio del BCE será causa de gran preocupación. Cabe que incluso (y esto ya es opinión) sea esta la más fuerte amenaza que puede pesar sobre la existencia del euro. Sirva esta opinión de tránsito a la propuesta de respuestas.
Estamos más seguros en cuanto a protección frente a la crisis financiera. Un poco mejor en cuanto a reducción de la volatilidad y recuperación de cierta estabilidad en los mercados. Igual en cuanto a expectativas de recuperación de actividad crediticia. Algo peor en cuanto a expectativas de recuperación a corto plazo (contracción fiscal y desapalancamiento bancario al tiempo, lo impiden). El euro no está todavía garantizado, ni la UE es mucho más segura ahora. Sin embargo las expectativas han sido más bien cubiertas, aunque en buena parte descontadas. Deberíamos tener más estabilidad, pero no aún más confianza, ni tampoco más crecimiento. Los mejor parados, los bancos. Empresas y ciudadanos, aguantar y esperar. Así hasta la próxima cumbre. Será en enero y es posible que solo estén 26. Para entonces, en España, ya sabremos algo más de los planes del nuevo Gobierno español que se dispone a arrancar. De momento el futuro presidente ha fijado más los plazos que los importes y su distribución.
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