lunes, 5 de diciembre de 2011

¿PUEDES CONCLUIR ALGO?


Estos días he tenido el privilegio de escuchar, dialogar y contrastar opiniones acerca el estado de la situación de la economía mundial, europea y española, con empresarios y directivos, con políticos en el poder y otros a punto de asumirlo, con ejecutivos de banca que recorren el mundo seleccionando gestores para el dinero de sus clientes, con periodistas que interpretan lo que acontece, con magistrados, con catedráticos de economía que presiden instituciones de control, con directores de medios económicos, con colegas y con amigos. He escuchado a gobernadores de bancos centrales, he participado en coloquios, presentado un libro, participado en tertulias, y hasta he escrito alguna columna editorial. He intentado leer análisis y opiniones que abordan la crisis y sus perspectivas desde puntos de vista distintos. Todo ello con el objetivo de poder decirle a usted, que es lo que va a ocurrir en los próximos días, semanas y meses, con un grado razonable de convencimiento. Pues bien, he de confesar que no tengo una opinión más formada de la que tenía antes de iniciar ese periplo. Tampoco ha cambiado demasiado mi estado de ánimo, pesimista para algunos de mis interlocutores, y lo contrario para otros. ¿Pero puedes concluir algo?, preguntaban mis colegas al regreso. Nada de extraordinario valor, pero lo intento.

La conclusión más participada es que afrontamos un periodo de fuerte contracción económica que ya se manifiesta en muchas áreas de actividad, incluso en las relacionadas con bienes de consumo básico. La segunda es que hay una parte de la clase dirigente que no acaba de desprenderse de los prejuicios sobre la culpabilidad y origen de la crisis, y encerrados en ese debate apenas han dedicado tiempo a trabajar en los mecanismos de salida. Lo reconocía el jueves en público el Gobernador del Banco de España. La tercera, consecuencia de lo anterior, es que se desconoce cual es la receta que ha de aplicarse. La cuarta, que van a producirse cambios de magnitud en el orden europeo hasta ahora conocido y que han de afectar necesariamente al euro. Una quinta, que sitúa en el eje franco alemán y particularmente en la canciller alemana, el núcleo donde tendrá lugar la explosión que libere la energía para el nuevo orden. La sexta, que los activos que actúan ahora como refugio, pueden comportarse de modo extraordinariamente diferente si llega el momento en el que tenga lugar un evento catalizador. La séptima, que el sistema financiero está paralizado y precisa de una asistencia masiva para que pueda volver a ejercer su normal desempeño. La octava, que el bien mayor a preservar es la liquidez y el acceso a la misma. La novena, que empieza a emerger el temor a la inflación generada por las políticas de monetización existentes. Y la décima, que no hay ningún lugar 100% seguro en el que protegerse. Tampoco en el dólar, por el que las apuestas son alcistas solo temporalmente. Esta semana nos dirá cuanto.

Mi opinión es que habrá más monetización europea en el seno de un modelo de disciplina fiscal que impondrá Alemania; que España precisará alguna forma de asistencia, pero que estará en lo que surja como núcleo duro de la nueva Europa, y que definitivamente de 2012 saldremos con una perspectiva bastante mejor que con la que entraremos.

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