lunes, 24 de octubre de 2011

"NO TENEMOS OTRA ELECCIÓN"

 
"Entre ahora y el miércoles, tenemos que encontrar una solución. Una solución estructural, una solución ambiciosa y una solución definitiva. No tenemos otra elección  Así se pronunciaba el Presidente francés al llegar el sábado a Bruselas.

La crisis europea ha alcanzado un grado tal de complejidad que no resulta sencillo adivinar si lo que se ofrece es paliativo, curativo, o simplemente un nuevo error que en un tiempo breve se demuestre incapaz de separarnos de la enfilación a la desintegración de la UE, rumbo que ahora llevamos. La esencia del problema del euro radica en que no son aplicables al conjunto soluciones que serían aplicables individualmente. Uno de los principios fundamentales de las finanzas es la existencia del llamado interés libre de riesgo. Este principio está garantizado para cada país que tenga capacidad de emitir moneda, pues a pesar de que el valor de esta pueda verse afectado, nada le impide imprimirla en cantidad suficiente para atender a sus compromisos de deuda emitida.  El euro se concibe y construye bajo una renuncia expresa  a esta solución de monetización, y así lo aceptan libremente sus miembros.

Pues bien, resulta que los mecanismos que habrían de haber evitado desequilibrios no funcionaron. Individualmente hay países que habrían de recurrir a monetizar,  con la consiguiente depreciación de sus divisas, para poder tener esperanza de ver de nuevo algo de luz, pero no pueden.  Habría de hacerlo el conjunto de la EZ a través del BCE, pero eso es algo que prohíbe el contrato social alemán, ese que todos aceptaron, y que ahora actúa como un corsé del que resulta muy complejo salirse. Temo que es imposible que Alemania acepte la monetización. En eso radica su diferencia con Francia. ¿Como conseguir algo parecido a monetizar, pero sin monetizar? Pues de eso se trata, en eso consiste la solución estructural, ambiciosa y definitiva que busca el Presidente francés.

Lo decidido hasta ahora, capitalizar los llamados bancos sistémicos para que puedan soportar reducciones de valor de sus carteras a vencimiento de deuda pública, ni es solución estructural,  ni imaginativa, ni desde luego definitiva. Basta con repasar las distintas estimaciones de necesidades de recapitalización de los agentes privados que según las hipótesis oscilan desde 8 MM a 413 MM, para que pronto se consideren escasos los 108 MM decididos. Credit Suisse cifra las necesidades del sistema financiero europeo en 400 MM€ frente  a una capitalización que estima en 541 MM€.  Al margen de cifras, la cuestión es si llegados a este punto, los intereses del conjunto son compatibles. Ahora mismo, no.  Lo que les obliga -“no tenemos elección”- a encontrar esa solución mágica es el potencial coste de la desintegración. Puede ser tan alto que a todos resulte inasumible.  La clave es dar con una solución válida pero intermedia, que pueda hacer, no sin fortuna, que mientras unos –Alemania- no renuncian a su contrato social, los otros, -los endeudados- no condenen a sus ciudadanos a avanzar hacia la miseria.

A estas alturas dos cosas son seguras: lo que tenemos ahora, ya no sirve, y lo que lo sustituya, tenemos que encontrarlo ya.

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