miércoles, 3 de febrero de 2010

ANUNCIOS DE CAMBIO O CAMBIOS EN EL ANUNCIO


“In Spain we trust”. Desde hace ya tiempo, el Tesoro Público, bajo el sello “Gobierno de España” que tan familiar resulta en la comunicación pública de cualquier acto con origen en la Administración Central del Estado, publicita la Deuda Pública española en la prensa anglosajona. Las calificaciones (Aaa/AA+/AAA) que las tres principales agencias dan a nuestra deuda a Largo Plazo, aparecen al pie del anuncio, bajo la firma “Kingdom of Spain”. En el anuncio, los rostros de Isabel II de Inglaterra y del Presidente Lincoln extraídos de los billetes de libras esterlinas y dólares, parecen los emisores del mensaje de confianza que da réplica al archiconocido “In God we trust” que figura en todos los billetes de dólar. Desde que se lanzó por vez primera este anuncio a finales de 2008, solo ha habido necesidad de un cambio: la revisión de la calificación efectuada por S&P, cediendo la triple A su lugar a la AA+. “Dos sobresalientes y un notable”, le gusta decir al Secretario de Estado de Economía.

A pesar de tan alta opinión de nosotros mismos, estamos, o más bien seguimos, en plena racha de críticas internacionales. Un día si y otro también, los medios de comunicación más influyentes de habla inglesa, recogen opiniones y análisis que sitúan a la economía española en el centro de una posible crisis de sostenibilidad del euro. Recogíamos ayer en el apartado “De interés” de nuestra Web la última crónica de un columnista de FT, en la que se nos señala como un claro y presente peligro para la Eurozona, condición que se niega a Portugal y Grecia por su menor tamaño. Es, en lo básico, la teoría recientemente defendida en Davos por el economista norteamericano Nouriel Roubini, ahora investido de la categoría de Gurú y/o Chaman, razón que seguramente es la que le permite tener uno de los pocos blogs en los que ha de aflojar necesariamente el bolsillo quien pretenda conocer su muy apreciada y docta opinión.

Pues bien, a pesar de lo que diga el anuncio del Tesoro, la verdad es que atendiendo a lo que se pone de manifiesto a través de esta serie de varapalos, en el Gobierno de España, los más influyentes anglosajones, no confían. Esto nos está costando dinero, y eso que en realidad, como titula un reciente artículo de The Economist, las comparaciones son crueles, y digan lo que digan renombrados medios británicos y norteamericanos, algunos de nuestros resultados resisten bastante bien los que a la fecha pueden ofrecer precisamente estos países.

¿Qué provoca entonces esta fijación en la situación de la economía española? Sin duda, la falta de expectativas que se derivan de las consecuencias del extraordinario desequilibrio de nuestro mercado de trabajo. Muy poco o nada ha salido del Gobierno que no sean medidas de carácter paliativo. Y desde luego, nada que afecte a su estructura, cuyo desequilibrio, y en eso tiene razón el Gobierno, sufren los más débiles. Decía un profesor de la UNED analizando la situación del empleo en España, que “cuanto más varón, más crisis; cuanto más joven, más crisis; cuanto más inmigrante, más crisis”. A esto se puede añadir, que cuanto más baja formación, también más crisis.

Si el Gobierno quiere proteger a los más débiles y de paso frenar el deterioro de la imagen internacional de la economía española -entre otras cosas más graves, porque nos cuesta mucho dinero- además de golpes de efecto del tipo de alargar la edad de jubilación y de anunciar el recorte –que después habrá de cumplir- del gasto público en 50.000 millones en 3 años, tendrá que hacer frente a una demanda que ya es casi un clamor: poner freno al fuerte desequilibrio que se produce en el mercado de trabajo. Es tan evidente, que ni siquiera el descenso de la población activa que podría permitir en 2010 una moderación estadística de la tasa de desempleo, va a evitar que sigamos padeciendo la desgraciada y cara atención internacional de la que estamos siendo objeto. Es este el cambio que se precisa. De otro modo, continuarán los inducidos por las agencias de calificación en los anuncios que promocionan nuestra deuda.

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