Sin embargo nada impide que este tipo de noticias convivan con armonía, con titulares dignos de otros tiempos: "Valores españoles en subida libre", "La bolsa de Nueva York en máximos de todos los tiempos". Avergüenza, porque mientras unos discuten si es adecuado o no limitar lo que cobran los banqueros, que es lo que se está intentado imponer desde Bruselas y que rechazan categóricamente los ingleses, y otros hablan de lo bien que van las cosas en los mercados, las crónicas económicas y sociales describen lo que acontece en países como el nuestro, y lo que acontece se parece mucho a lo que en EEUU se vivió en los años de la Gran Depresión. ¿Como es posible que convivan dos caras tan distintas? ¿Durante cuanto tiempo?
Los mercados financieros están sobre protegidos, porque han sabido engarzarse de tal modo en la vida económica, que su funcionamiento, aunque sea mediante asistencia artificial, se convierte, o al menos así parece, en condición necesaria para la supervivencia del sistema, aunque es evidente que no es suficiente. Hubo un tiempo en esta crisis donde el miedo al colapso financiero y el recuerdo de la crisis de 1929 y sus consecuencias mantuvo a las sociedades desarrolladas en situación de shock, y durante un tiempo, los estados pudieron actuar sin mas limite que los instrumentos que tenían a su alcance. Se llego inocentemente a creer que si se resolvía el problema financiero, la crisis sería superada, pues al recuperar el sistema la capacidad de prestar, las cosas volverían a ser como antes. Hoy ya es difícil encontrar quien grite al viento: ¡Que fluya el crédito! Ahora lo que se demanda es ¡Abajo la austeridad! A pesar del cambio, en las dos consignas hay algo común, y ese algo, es que lo que haya de hacerse, lo haga otro. Esta actitud, interiorizada en su comportamiento por los representantes políticos, supone una de las limitaciones mas importantes para cambiar la situación.
La exuberancia de los mercados financieros es consecuencia de las políticas de los bancos centrales de inyectar liquidez para evitar el colapso del sistema financiero. Retirar esa asistencia no ha sido posible, porque a diferencia de lo que se creía, el crecimiento económico no es capaz de sostenerse por si mismo, y porque para mantener el crecimiento hace falta que los consumidores confíen en mantener su empleo. Pues bien, ocurre que si consideramos a Alemania el epicentro europeo, y el desempleo la enfermedad que consume a la sociedad europea, el mal está avanzando peligrosamente por todas las regiones de Europa desde la periferia hacia el núcleo. Y eso, para una economía que depende de sus exportaciones, que representan la mitad de su PIB y que tienen como principal destino precisamente los mismos países que ven como su situación social se descompone por la crisis de empleo, no puede ser en ningún caso motivo de tranquilidad. Francia, que acaba de alcanzar un nivel récord de desempleo en los últimos 13 años, anuncia que no hará mas ajustes fiscales en 2013, y visto el resultado de las elecciones italianas, si resulta que ni Francia ni Italia se muestran dispuestas a mayores ajustes, ¿donde va a quedar la receta alemana? Y si Alemania entiende que no hay forma de mantener la austeridad que proclama como única receta, ¿seguirá interesada en la supervivencia del euro, que ahora está en estado de hibernación a la espera de lo que Alemania decida sobre la unión bancaria una vez superadas sus elecciones legislativas de septiembre?
¿Que cual es mi opinión? Yo creo que no.
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