miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOS BANCOS... ¿FIN DEL CAPÍTULO?

Estamos en pleno proceso de cierre del esquema de reestructuración del sistema financiero español. Es un proceso que todos coincidimos en señalar como esencial, pues entre los múltiples papeles que tiene asignados el sistema financiero es la creación de dinero y su posterior  distribución a la economía productiva el que, en este instante, más se precisa. Y es que con el sistema financiero paralizado, y es en estos términos en los que hay que hablar cuando, como ha sido en el caso español, el crédito ha descendido en el último año en 80.000 millones de euros, cifra equivalente al 8% del PIB, y con el Gobierno ejecutando una política de ajuste fiscal equivalente a otro 6% del PIB, no hay estructura económica y social que sea capaz de soportar semejante envite sin las consecuencias que los indicadores de la economía española dejan a la vista.

Podemos hablar de cierre, porque el esquema diseñado desde el Gobierno basado por una parte en la concentración y recapitalización de entidades y en la segregación de los activos tóxicos al SAREB, que es el nombre que recibe el banco malo, por la otra, afronta su fase final en este mes de diciembre. Es además el mes donde la Unión Europea inicia la transferencia a España del primer tramo de ayuda que acabará en forma de capital en las entidades del grupo en peor situación, integrado por Bankia, Banco de Valencia (capitalizado con 7.000 millones y entregado a Caixabank por un euro, más un esquema de protección) ,  Catalunya Caixa y NovaCaixaGalicia.   Además de lo que se ha preparado para las entidades mencionadas, a las que se han puesto condiciones muy estrictas en relación a su futuro tamaño, todavía cabe que puedan darse posteriores concentraciones entre los bancos de los otros dos grupos en los que se clasificó a las entidades españolas tras los resultados de la última auditoría de la consultora Oliver Wayman. Es en huir de su adquisición por otra entidad la clave en la que hay que entender la operación de ampliación de capital que acaba de culminar el Banco Popular. Pero más allá de ulteriores concentraciones, bien podemos decir que desde el punto de vista institucional  el panorama financiero español queda ya dibujado, y lo hace con pretensión de perdurabilidad.

Dicho esto, que no es poco, algunas incógnitas quedan ya despejadas. Otras que no lo quedan, y a falta de definirse algunos aspectos de extrema importancia que empezarán a dibujarse cuando la semana próxima el banco malo se constituya formalmente, -es el caso  de las valoraciones y cuantías de activos tóxicos que le van a ser transferidos- ,  exigen de la interpretación del analista. Algunas son de sencilla y desagradable respuesta, como por ejemplo quién va a pagar la factura del rescate bancario europeo. Esto es sencillo: nosotros, los ciudadanos. Otra pregunta de respuesta sencilla y también desagradable es si va a recuperarse el crédito. Desde luego no entre las entidades intervenidas. Las demás, cuando empiecen a sentirse libres de sus activos más tóxicos cabría pensar que si, que al menos estarían en condiciones. Pero dos advertencias en esto. La primera, es que están aterradas por como está la economía. La segunda es que tienen que reinventar su forma de hacer banca, que ya no podrá apoyarse en inmuebles. Y esto no se reinventa en dos días. La tercera pregunta que tiene básica respuesta es si nos está saliendo más o menos caro que a los demás países que hicieron algo semejante, -afortunadamente para ellos a tiempo-. La respuesta es un poco más agradable, porque la estimación del coste para los ciudadanos españoles de la refundación del sistema financiero español nos costará una cifra del entorno del 8% del PIB, mucho menos que el 35% que costó a los irlandeses, y en línea con lo que costó a ingleses y holandeses, aunque menos que el 12% que Alemania empleó en salvar a sus bancos. Y ojo porque en Alemania aún queda mucho por recapitalizar, de modo que se entiende que tampoco haya estado precisamente entusiasmado con prestar dinero a nadie.   

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